No solo hace danza contemporánea en los espacios convencionales como salas de baile o teatros, es más común verla danzar o hacer performances en espacios al aire libre, en las calles o el Malecón, porque Carolina Pepper Cevallos, artista y bailarina guayaquileña de 40 años, es de la idea de que al Malecón Simón Bolívar, por ejemplo, no hay que verlo solo como un punto turístico sino como un escenario para hacer arte. “Es sabido que es prohibido, pero hago danza hasta que venga el guardia y la boten a una, porque si todo es prohibido no haces nada, entonces hacerlo ese parte de la adrenalina. Hay gente que se encarga de las quejas formales, mi modo de quejarme es bailar hasta que venga el guardia”, dice Carolina, sin que las risas mientras lo dice oculten su rechazo a la prohibición.

Aparte de su espíritu inquieto y aventurero lo hace porque cree en la necesidad de sacar el arte de los espacios tradicionales a la calle, a los parques, a los lugares inesperados. Y lo hace por amor al arte, porque por ahí se consigue un auspicio para el vestuario y nada más.

Hija de Antonio Pepper, músico clásico, y de Julia Cevallos, artista plástica y educadora, creció entre el arte y la cultura al igual que sus hermanos menores, Marcelo y Johan, ambos músicos. A los tres años ya bailaba danza española, luego incursionó en el ballet a los 9, y más tarde en la danza contemporánea, en la Casa de la Cultura y en Sarao respectivamente.

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Dueña de una voz suave, alegre y melodiosa trabajó por años como locutora de algunas emisoras de corte juvenil en Guayaquil, como Alfa Super Estéreo, Onda Cero y Radio Disney, y sacó la licenciatura en Comunicación Social. “Mi trabajo en la radio me ha pagado los estudios de danza”, dice Carolina, residente de Urdesa, que estuvo tres años y medio en Argentina. Se fue inicialmente por un año a hacer un posgrado de Nuevas tendencias en la danza y ya cuando estaba por regresar aplicó a una beca de investigación sobre Performances en Latinoamérica y la ganó, quedándose por dos años y medio más. En Buenos Aires, como no conocía a la gente del medio artístico, comenzó a hacer talleres de lo que podía y así logró conectarse con el medio artístico, tal como siempre lo ha hecho en su Guayaquil natal.

Los desafíos y las búsquedas han sido una constante en la vida de Carolina. A los 15 años, mientras estudiaba en el Colegio de Bellas Artes, aplicó a una convocatoria para intercambio cultural y lo logró; se fue a Tailandia a los 16, por un año. Era su primer viaje fuera del país y sola. “Me acogió una familia, estaba en el otro extremo del mundo, en un idioma que no era el mío, pero no solo sobreviví, aprendí el idioma, a regatear en el mercado... fue una experiencia que me abrió la cabeza de una manera tal, que cuando llegué quería hacer de todo y mis padres me pedían que me calmara que aún me falta un año para graduarme del colegio”.

Ya graduada estuvo un tiempo en Sarao y aparte hacía talleres de danza con instructores que venían del extranjero. También se fue un tiempo a mochilear sola por Sudamérica y sobrevivía haciendo trencitas bahianas o artesanías. Vivió asimismo un tiempo en Francia y Bélgica, luego en Cuba, siempre metida en la danza.

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Por ahora está afincada nuevamente en su ciudad y hace danza de manera independiente. Presentó últimamente junto a la bailarina Jenny Carvajal la obra Dora y Endora en el Microteatro; estuvo a cargo de la coreografía de El mago de Oz, que presentó Daemon en el Teatro Sánchez Aguilar, y prepara Mermelada 3, un juego de improvisaciones con los bailarines Omar Aguirre y Jenny Carval.

“Aunque suene a cliché prefiero trabajar independientemente porque te da más libertad y la oportunidad de trabajar con mucha gente”, dice.

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Por su bagaje académico también dicta cátedra de arte en el IGAD, de Comunicación Escénica en la U. Casa Grande y está a cargo de los talleres transdisciplinarios para los chicos de nivelación en la Universidad de las Artes. (I)

Dicen de ella “En El mago de Oz no solo hizo un trabajo maravilloso en la coreografía, sino que generosamente sacó lo mejor de ella para entrenar a los niños”.Jaime Tamariz, Director de Daemon