“Consumí drogas desde los once hasta los 41 años. Toqué fondo y el 10 de enero de 2005 logré parar con la bendición de Dios. Llevo once años de recuperación. Conseguí paz, dignidad y libertad, y hoy siento que mi vida está hecha para esto”, dice Antonio Rimassa (52 años) refiriéndose a la labor de prevención contra las adicciones que realiza, como un sueño que está cumpliendo, a través de varios programas, uno de ellos el Tapad (Talleres de prevención de alcoholismo y drogadicción), que llega con charlas a miles de jóvenes estudiantes de colegios particulares de Guayaquil.

“A las adicciones todos estamos expuestos, pero estadísticamente están en mayor riesgo los jóvenes entre los 14 y 19 años, porque es la edad de la exploración y quieren probar, pero si a los chicos se les habla la verdad sobre las drogas no van a querer probar ni consumir y esa verdad es decirles que las drogas les va a gustar si las prueban, pero que apenas pasen a la página dos van a ver el terror de lo que pasa en sus vidas”, dice Antonio, quien con la firme voluntad de curarse después de 30 años en el intento fallido por recuperarse, lo logró y comenzó a escribir, a profundizar y hacer diplomados sobre prevención y recuperación. Así fue como hace dos años y medio se concretó el Tapad, pero es un tema en el que viene trabajando hace ocho años.

Ya en las charlas, dice, a las que a veces asisten también padres de familia, “me decían yo tengo a mi esposo que consume o un familiar, y me pedían ayuda para que les recomendara lugares”. Fue entonces que creó el Criad (Centro de Recuperación Integral de Adicciones), con permiso del Ministerio de Salud. Como parte de su proyecto, también está el Jolad (Jóvenes libres de alcohol y drogas) y el Cappad (Casas de acogida de prevención de pandillas, alcoholismo y drogadicción), este último por concretarse.

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Antonio es enfático en decir que la adicción es una sola, que no se puede separar alcoholismo y drogadicción. “Para mí fue fácil aceptar el tema de las drogas porque es un tema ilegal y me había hecho daño. Cuando lo acepté dije: no me drogo, pero seguí consumiendo alcohol y al poco tiempo estaba consumiendo como un alcohólico y luego el alcohol alcanzó la droga. Así que no se puede separar lo uno de lo otro, esto es una enfermedad reconocida por la OMS, por tanto de salud pública, y así como un enfermo de neumonía debe cuidarse, un adicto también, evitando situaciones”.

En el Criad, que funciona como una clínica, Antonio explica que el tratamiento es biomédico, es decir, que tiene el 50% de su peso en el trabajo de un equipo de profesionales como psicólogos, médicos, psiquiatras, terapeutas familiares, y el otro 50% en el trabajo de educadores vivenciales, que tienen su experiencia concentrada en sus años de recuperación, que en este caso mínimo son once años.

¿Por qué se droga la gente? “Por causas familiares, genéticas y sociales, las más comunes son las familiares, por ausencia paterna o materna o de ambos, por violencia intrafamiliar, es entonces cuando se comienzan a llenar los vacíos que deja la estructura familiar primaria con los amigos, que a veces ya están consumiendo, con las pandillas...”, responde Antonio, que añade que pese a que casi todos nosotros tenemos en la familia o conocemos a alguien que está en adicciones, es un tema que molesta y del que se prefiere no hablar, como el homosexualismo.

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“Hay que tener la mente abierta porque si no qué va a pasar cuando esta enfermedad toque la puerta de sus casas. Esto es una realidad, está latente, ya no solo somos un país de tránsito, somos productores, entonces cada vez más tenemos cerca la droga”, insiste.

“La adicción es una enfermedad que debe ser abordada como tal, y debe ser un abordaje integral en el que participen el Gobierno nacional, los gobiernos seccionales, provinciales, municipales, el sistema educativo, las iglesias, la familia, la sociedad en general”, enfatiza Antonio, quien en su afán de ayudar renunció a su trabajo de años de visitador médico y cuenta con el apoyo de sus hijos y esposa.

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Más información: antoniorimassa@yahoo.es. teléfonos: 098-497-8202 - 600-7088

Dicen de él Es ahora una persona en la que podemos creer y podremos contar con él siempre y cuando se mantenga en su recuperación, gracias a Dios”.Marisol Díaz-Granados, Esposa