El tiempo y costo tiene críticas. Pero la petrolera dice que el presupuesto inicial no reflejó la realidad. El Gerente de Petroecuador die que en algunas área se cambió el 60% de maquinaria.

Son las 09:00 del lunes 30 de noviembre. El sonido de los motores y el silbido del vapor de agua escapando por las tuberías envuelve el entorno de la Refinería Esmeraldas. Es la más grande del país, con capacidad para procesar 110 mil barriles diarios de crudo.

En una de sus tres áreas principales decenas de trabajadores, entre ingenieros y obreros, toman medidas, apuntes y preparan informes, de cómo funciona la unidad Crudo 2, capaz de refinar 55 mil barriles.

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Llevaba en funciones un día, pues su rehabilitación había culminado el domingo 29 tras seis meses. Produce gasolina, diésel, jet full y asfalto, y trabaja al 70%.

La Crudo 1, que arrancó en febrero está al 100%; y la Unidad de Fraccionamiento Catalítico Fluidizado, que funciona desde el 27 de septiembre, está al 70%. Así, la refinería procesa 81 mil barriles de crudo al día.

Sin embargo, Álex Bravo, nuevo gerente de Petroecuador, asegura que llegará al 100% antes del miércoles 16, cuando sea reinaugurada oficialmente.

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Para llegar a ese momento habrán pasado 7 años y $ 1.200 millones en inversiones.

Un tiempo exagerado y un costo que excede con el 838% el presupuesto inicial que en 2005 se estableció en $ 128 millones (cifra oficial), según expertos petroleros consultados por este Diario.

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A Fernando Villavicencio, exsindicalista petrolero, le preocupa “el enorme e injustificado incremento del costo”.

Y dice que el proceso de adjudicación de contratos “desde el 2007 se basa en una declaratoria de emergencia”.

“Es la declaratoria más rara del mundo que ya lleva 7 años”, menciona Villavicencio, quien realizó una investigación que se publicó en un portal web el 26 de noviembre pasado.

Mientras que Fernando Santos, exministro de Energía del gobierno de León Febres-Cordero (1984-1988), cree que la rehabilitación debió tomar siete meses y no siete años.

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El experto indica que “por $1.200 millones se puede hacer una refinería como la de Esmeraldas”, y que tiene dudas sobre su buen funcionamiento.

Santos recuerda que la refinería fue construida entre 1975 y 1977 con tecnología japonesa a cargo del consorcio Sumitomo Chiyoda, y que cuando fue ministro en 1987 se amplió su capacidad de 55 mil barriles a 90 mil, pero con la misma tecnología japonesa; sin embargo, en la ampliación de 1992 y la rehabilitación actual se usó otra tecnología: “Va a ser un cajón de sastre, mezclando tecnologías..., ojalá funcione”.

Ante los cuestionamientos, Bravo señala que el presupuesto inicial fue establecido por las autoridades anteriores (2003 y 2004) y que no reflejó la realidad de la refinería.

“Cuando empezamos a abrir todos los 14 años sin inversión que tuvo esta refinería (...), empezamos a definir el nuevo alcance (...) nos ha tocado en ciertas unidades cambiar hasta el 60%”. Añade que fue un proceso en el que se llegaron a contratar hasta 30 empresas internacionales, entre ellas la coreana SK E&C, la alemana Eagle Burgman, KBC, Worley Parsons de Australia, el conglomerado francés Veolia Environment Services, entre otras.

Además, relata el funcionario, hubo un pico de empleados de 7.000 cuando los puestos fijos son cerca de 800.

Sin embargo, asegura que el proceso ha sido auditado por la Contraloría y que los informes están próximos a publicarse.

Niega supuestas irregularidades en los contratos y que todos se hayan realizado a través de la emergencia a excepción de los dos primeros con SK, pero indica que en adelante todos se hicieron a través del sistema de contratación.

Añade que el proyecto tiene una tasa interna de retorno de 16,6% de lo invertido, lo que se traduce en un ingreso de $ 148 millones al año. (I)