Monseñor Luis Cabrera Herrera hace una pausa a su intensa agenda de atención a fieles y religiosos que desfilan por su oficina, en la curia de Cuenca, para principalmente despedirlo del arzobispado. Atiende a este Diario días antes de viajar a Guayaquil, donde el próximo sábado reemplazará a monseñor Antonio Arregui. Cabrera, de 60 años y oriundo de Azogues, fue cuestionado hace más de un año por unas supuestas expresiones sobre la unión libre que, según él, fueron malinterpretadas.

¿Qué se malinterpretó, según dice, sobre ese tema?
Fue un título que salió en la prensa donde decía ‘Arzobispo de Cuenca apoya las uniones libres’. Entonces, claro, la gente leyó eso y dijo cómo es eso. Les dije, lean bien, yo decía que la Constitución del Ecuador reconoce el derecho tanto de uniones libres como los matrimonios civiles. Pues yo cité a la Constitución.

¿Ahora usted reafirma eso?
Respetamos profundamente (la Constitución), pero nosotros como Iglesia tenemos también nuestras propuestas; entonces yo pedía justamente ahí que así como nosotros respetamos a los demás, que se nos respete y no que se nos tilde, sin conocer nuestro pensamiento, de retrógrados, fundamentalistas o fanáticos.

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Hace poco un sacerdote se declaró gay en el Vaticano y presentó a su pareja. ¿Qué está pasando?
Así fue. Unos dos o tres días antes del inicio del sínodo de la familia este hermano hizo esas declaraciones. Le cuento que ahí se vio un ambiente de mucha serenidad (...). En el sínodo se trató sobre la familia en cuyo seno hay personas con tendencias homosexuales y la palabra fue hay que respetarlos como personas e hijos de Dios, hay que acogerlos (...). ¿Quiénes somos para condenar?, como ha dicho el papa Francisco. Eso está claro, pero también tenemos una propuesta sobre el matrimonio, la familia...

¿Cuál es esa propuesta?
La familia bien conformada, padre, madre e hijos. Y no es solo una cuestión religiosa, es una cuestión biológica, cultural, en fin; luego viene la parte religiosa, del Evangelio, que la acojamos o no, eso depende ya de cada persona.

¿Habrá apertura?
No. De hecho, hay valores que no son negociables y uno de esos es la justicia, la vida. La vida no podemos negociarla, sería terrible. Defendemos la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y no por fanatismos, sino basados en argumentos científicos.

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Pero hay quienes defienden la planificación familiar como paternidad responsable.
Nosotros también hablamos de planificación familiar responsable. Hay métodos naturales también que la misma biología humana los tiene (...). Está la parte biológica, la parte ética y de ahí la espiritual, donde se dice esa vida es sagrada, es porque es un hijo de Dios...

Hay sacerdotes que una vez más cuestionan el celibato.
Es un tema de carácter teológico donde las personas dicen: ‘Yo quiero consagrarme a Dios’. Y quién puede impedir eso si es decidido consciente y voluntariamente...

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El concepto es de que así se evitaría la pederastia.
No siempre es eso. Aquí me permito citar estadísticas que demuestran que el 65 por ciento, inclusive el 80 o 90 por ciento de los abusos sexuales se dan en la familia, en el hogar (...). En el campo religioso, donde también lamentablemente se dan, es de un 1 o 2 por ciento...

Ahora la Iglesia se ha enfocado también en llamar a cuidar la naturaleza.
Es que no podemos vivir sin agua, sin aire, sin alimentos, esa es una cuestión, digo yo, de sobrevivencia (...). Hay dos grandes temas que tenemos que trabajarlos: la explotación inmisericorde y la contaminación. El papa, en la última encíclica, en el Laudato sí, toca el corazón y la conciencia de las personas, no podemos vivir sin la tierra...

Pero hay gobernantes que citan el Laudato sí y también promueven la explotación de recursos pese a la oposición.
Por eso la explotación debe ser razonada y responsable. Ahí entra el tema de la minería, al menos aquí en Azuay en algunos lugares es un tema muy controvertido. El ideal sería explotar las minas sin contaminar, pero no es posible. Tienen la palabra los técnicos, de ilustrarnos cuáles serían los beneficios y también deben decir los perjuicios...

En Ecuador hay violencia verbal, reclamos de libertad, protestas. ¿Qué deben hacer el Gobierno y reclamantes?
Los llamados al diálogo son constantes desde distintos sectores. Hay que dar el siguiente paso, que es reunirnos, conversar, pero de manera abierta, sincera, sin agendas ocultas.

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¿Con la Iglesia también ha habido agendas ocultas de parte del Gobierno?
Ahí para mí es más difícil juzgar. No tengo, digamos, una evidencia para decir en este caso hubo una agenda oculta.

La Conferencia Episcopal ha cuestionado aspectos del Gobierno. ¿Está de acuerdo?
Según el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia, hay valores que no podemos callar. El valor de la justicia, de la solidaridad, de la libertad. Ante eso hemos visto, como sacerdotes, que tenemos una palabra que decir. Que nos escuchen o no es otra cosa; no podemos quedarnos en silencio, seríamos cómplices de unas situaciones difíciles de aceptar... (I)

Ahora el papa Francisco (por la pederastia) nos está pidiendo una más estricta selección de los candidatos a ingresar al seminario, que estemos con los ojos abiertos porque no podemos recibir a personas que mentalmente están enfermas”.Monseñor Luis Cabrera, Nuevo arzobispo de Guayaquil

‘A Guayaquil voy para servir y a aprender’

Monseñor Luis Cabrera confiesa que hasta la semana pasada no ha recibido ninguna llamada de autoridades guayaquileñas, pese a que su designación arzobispal se dio hace dos meses. Dice que es mejor así y que llega con el deseo de servir y aprender. Anuncia que priorizará la creación de escuelas parroquiales de Biblia y más, pues quiere una Iglesia abierta, como pide el papa Francisco.

“No una Iglesia cerrada en su mentalidad donde solo tienen cabida los buenos, los justos, los salvados, no; es una Iglesia de puertas abiertas a personas de distantes razas, culturas, formas de pensar, de posiciones políticas o económicas diversas”. (I)