A tres días de que Argentina vaya a las urnas y a solo tres semanas de que asuma el nuevo presidente, los candidatos Daniel Scioli, oficialista; y Mauricio Macri, de centro-derecha; cierran este jueves la campaña electoral.

Esto, mientras que el papa Francisco pidió que sus compatriotas "voten a conciencia" en unas breves declaraciones que hizo la víspera a la agencia local de noticias DyN en la Plaza de San Pedro. Pero el pontífice se quejó meses atrás de sentirse "usado" por los políticos argentinos que se toman fotos con él en Roma.

Macri, que eligió Jujuy, al norte de Argentina, para el cierre de su campaña, prometió una nueva etapa política "sin banderas" que dividan y en la que "escuchemos más que hablar" si el próximo domingo gana la segunda vuelta electoral. Si así se cumple, pondrá fin a 12 años ininterrumpidos de gobierno kirchnerista.

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El oficialista Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, ahora cierra su campaña en un polideportivo cubierto en la zona de La Matanza, suburbio de la ciudad de Buenos Aires, donde el peronismo tiene una importante base de votantes.

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En su discurso, Macri sostuvo: "Se terminó la época de las banderas que nos pongan de un lado y del otro. Es momento de trabajar todos juntos, tirar para el mismo lado". Miles de sus partidarios lo escuchaban desde un escenario al aire libre en Humahuaca, un poblado turístico rodeado de sierras coloridas en la provincia de Jujuy, limítrofe con Bolivia.

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Macri, alcalde de la ciudad de Buenos Aires, encabeza las encuestas para el balotaje del domingo.

"No peleemos, no discutamos, guardemos la energía para construir la Argentina que soñamos", pidió Macri, quien ha logrado capitalizar el descontento que siente una parte importante de la población por el estilo de confrontación que ha caracterizado al kichnerismo.

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Sin nombrarla, Macri también deslizó una crítica contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, al prometer que "viene una etapa en Argentina que necesitamos más escuchar que hablar". La mandataria ha sido criticada por el exagerado uso de la cadena de radio y televisión para sus anuncios de gobierno.

"Voy a estar siempre listo para escuchar", prometió.

En tanto, Scioli, a tono con la campaña más agresiva que llevó adelante desde la primera vuelta el 25 de octubre, apeló a términos religiosos para advertir sobre el riesgo de un triunfo de Macri, a quien considera expresión de las políticas neoliberales aplicadas en la década de 1990 y que generaron las condiciones para la crisis de 2001.

Dijo que enfrenta "una opción liberal, expresión del demonio del capitalismo salvaje" y acusó a Macri de haber rubricado "un pacto con los diablos: los fondos buitres, el FMI que quiere venir a imponernos la quita de subsidios en luz, gas, y transporte".

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Agregó que el domingo no se vota "por amarillo o naranja", por los colores que identifican a sus fuerzas, sino "por la Argentina, por el orgullo nacional y la autoestima de nuestro país".

El panorama político

Gane quien gane el domingo, el próximo presidente se verá enfrentado ante la inflación de al menos 27% anual que estiman los economistas privados, las restricciones a la compra de dólares, el retraso cambiario, el estancamiento del crecimiento, la inseguridad y el avance del narcotráfico.

También está pendiente de resolución un largo litigio con acreedores estadounidenses que exigen cobrar una deuda millonaria por bonos en cese de pagos desde 2001.

Macri evitó dar precisiones sobre futuras medidas y cerró su discurso de 20 minutos arengando a sus partidarios al grito de "vamos Argentina, cambiemos, cambiemos".

Si Macri gana, logrará derrocar al kirchnerismo, el movimiento de centroizquierda dentro del peronismo creado por el fallecido expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) y su sucesora, Cristina Fernández (2007-2015). (I)