Guatemala ostenta un récord que no está precisamente vinculado a los deportes olímpicos. Con 108.899 km² de territorio montañoso, el 38% del área de Ecuador, es el país de América con la mayor tasa de desnutrición crónica infantil y el quinto en el mundo, superado solo por naciones africanas, Afganistán y Yemen, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.

El país más poblado de Centroamérica, con 16’051.208 habitantes, es, además, el cuarto del continente con la mayor tasa de mortalidad infantil y alberga a San Juan Atilán, zona rural que colinda con México, considerado entre los municipios más pobres de América debido a que el 94% de sus 22 mil pobladores sobrevive con $ 1 al día. Se trata de un área habitada mayoritariamente por indígenas mayas, los más afectados por la guerra civil (1960-1996) que dejó unos 200 mil muertos y desaparecidos, el 93% de ellos causados por el Estado, lo que es considerado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como un genocidio, que sigue impune.

Son parte de las realidades del país que le tocará asumir en enero próximo a Jimmy Morales, un licenciado en administración y humorista de 46 años, electo el domingo pasado como presidente de la mayor economía de América Central.

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Recién llegado a la política y sin un plan de gobierno claro, Morales asumirá el poder ante una ciudadanía al límite de su paciencia, cuyas manifestaciones fueron clave en la caída del exmandatario Otto Pérez Molina, quien tras renunciar a la Presidencia fue detenido en septiembre pasado acusado de ser el jefe de una mafia aduanera corrupta, caso que es investigado por la Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), órgano independiente creado bajo un acuerdo entre el Gobierno de Guatemala y la ONU en diciembre de 2006.

Édgar Gutiérrez, director del Instituto de Problemas Nacionales –centro académico que asesora a las universidades guatemaltecas en temas de democracia–, afirma sobre el futuro mandato de Morales que “un mal diagnóstico del país o en la elección de sus colaboradores pondría a operar el voto arrepentido, un itinerario seguro hacia la ingobernabilidad”.

En campaña, el también estudiante de Teología se comprometió a apoyar las investigaciones de la Cicig durante sus cuatro años de gobierno.

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Morales, quien se declara “nacionalista cristiano”, se ha rodeado de una heterogénea alianza de militares retirados, profesionales de izquierda y amigos personales, y las caras más visibles son el exoficial Édgar Ovalle, su jefe en el Congreso, y el exrector universitario Jafeth Cabrera, designado vicepresidente y quien se autodefine como progresista.

Para el canciller guatemalteco en el periodo 2002-2004, Édgar Gutiérrez, estos allegados podrían darle problemas. “La primera dificultad es que tus colaboradores te respondan a ti y no a agendas de grupos particulares, corporaciones o cofradías de poder”, afirma. “Él no tiene cuadros con los que (pueda) gobernar. El enemigo va a estar en casa”.

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La misma situación va a enfrentar en el Congreso. Morales, quien llega al poder con el mantra “ni corrupto, ni ladrón”, cuenta con solo 11 de los 158 diputados repartidos entre una docena de partidos que representan a la élite política tradicional que el electorado detectó en la contrincante perdedora Sandra Torres, quien era esposa del expresidente Álvaro Colom.

Otro antecedente de corrupción es el del expresidente Alfonso Portillo, quien tras gobernar el país, en el periodo 2000-2004, fue detenido y cumplió una condena en EE.UU. de 5 años y 10 meses de prisión acusado de lavar 2,5 millones de dólares en bancos estadounidenses, hecho por el que se declaró culpable. En febrero pasado salió en libertad.

Las demandas frente a la corrupción también vienen de los empresarios. Jorge Briz, presidente del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras, calificó cono inadmisible que entre el 30% y el 40% del gasto público esté contaminado por la corrupción.

A Morales, quien apoya la pena de muerte, le cuestionan los vínculos de su partido, el Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación), con los militares del Ejército, institución que no ha reconocido los crímenes cometidos durante la guerra civil. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico –conformada por la ONU para recopilar datos de este conflicto– ha documentado los detalles de estas masacres perpetradas por los militares. El testimonio de uno de ellos señala: “Los de la inteligencia eran los encargados de sacarle la verdad a la gente... les sacaban los ojos con cuchara, les cortaban la lengua...”, dice.

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Los cuestionamientos a Morales también apuntan a su papel como humorista en la televisión guatemalteca, en la que dirigía un programa cómico llamado Moralejas, en el que se pintaba el rostro para parecer negro o vestía ropas y hablaba con acento indígena.

“Jimmy Morales contribuyó permanentemente al prejuicio y la inferiorización de la identidad indígena”, dijo el diputado indígena Amílcar Pop, quien afirmó que la población lo consideraba ‘normal’ debido a que Guatemala “está sumergido en un racismo profundo”.

La inseguridad es otro de los retos. El país registra unos 6.000 muertos al año por la violencia. Al mismo tiempo, la educación está desfinanciada y los hospitales públicos sufren por falta de medicamentos, con el agravante de que Guatemala tiene una de las recaudaciones tributarias más bajas del continente, de cerca del 10% del PIB.

En entrevista publicada en el sitio de internet BBCmundo.com esta semana, Morales se comprometió a sanear las cuentas públicas, a estimular la construcción, el turismo y las pequeñas y medianas empresas, a reducir el déficit habitacional que, según él, afecta al 50% de hogares que no tienen casa o la poseen en mal estado.

El futuro presidente también ha prometido reducir la desnutrición infantil. Un reportaje publicado por el portal guatemalteco de periodismo Plaza Pública señala que durante 2014 murieron 345 niños menores de 5 años por desnutrición aguda, según el Registro Nacional de las Personas (Renap).

Más allá de las muertes, el país vive hoy vientos de cambio luego de que los ciudadanos expresaron en las calles su rechazo a Otto Pérez Molina, acusado de actos de corrupción.

El embajador británico en Guatemala, Thomas Carter, dijo en su discurso durante el debate presidencial del 5 de octubre pasado ante estudiantes universitarios que el país le ha “dejado una lección invaluable de lo que significa la democracia y la participación pacífica sin violencia y respetando las leyes”. (I)

Realidades
Indicadores sociales

Pobreza
El 54,8% de sus más de 16 millones de habitantes vive en la pobreza. Este porcentaje sube al 65% en las áreas rurales afectadas por sequías y pobladas en su mayoría por comunidades indígenas mayas.

Efectos
La desnutrición crónica infantil afecta a casi el 50% de los niños menores de 5 años, según la Unicef.