Recostado en su hamaca, al pie del muelle El Barquito, en el Malecón de Samborondón, Vicente Arias Parrales, de 86 años, observa animado el ir y venir de pobladores de los distintos recintos ubicados del otro lado del río Vinces. Denota orgullo de recibirlos; asegura que vive en un sitio “elegante y bonito”.

“Vea el Malecón, antes aquí era pura tierra. Nosotros tenemos tres bancos, ellos ya no tienen que ir a Guayaquil”, dice Arias, nacido en esa tierra reconocida por la producción arrocera y que hoy cumple 60 años de cantonización.

El alcalde José Yúnez dice que Samborondón repunta en lo urbanístico con la parroquia La Puntilla, que allí se genera el 70% de ingresos del cantón por impuestos prediales, pero que su territorio también tiene una gran zonal rural, tradicional en la labor agrícola y ganadera, y que ello se mantendrá.

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En la cabecera cantonal, Samborondón llega a su aniversario 60º superando quejas por supuesta baja presión y ocasional turbiedad del agua. Ya dispone de una nueva planta potabilizadora. Francisco Arias, hijo del octogenario, dice que paga $ 3 al mes, un valor referencial, indica.

El monumento que muestra a un campesino sobre un caballo refleja la identidad ecuestre.

Hay mucha actividad en este sentido: rodeos montubios, cabalgatas y carreras de caballos criollos son eventos organizados con regularidad.

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Lester Cano, directivo del comité ecuestre cantonal, menciona además al centro de equinoterapia y una escuela de equitación: “Somos el único cantón que tiene un hipódromo”, comenta Cano.

En La Puntilla, la recurrente congestión vehicular durante los traslados a Guayaquil, y viceversa, busca contrarrestarse con la construcción de un puente, en convenio con el Municipio del Puerto Principal.

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Yúnez ha anunciado el cobro en La Puntilla de una contribución a los residentes, vía impuestos. (I)