El guayaquileño Luis Andrango se arrodilla ante la imagen de Narcisa de Jesús en el atrio de la iglesia de San Lorenzo, en el madrileño barrio de Lavapiés, para agradecerle por el empleo conseguido. Desde hace varias semanas acudía al templo para pedir a la 'Narcisita' que le ayudara a encontrar trabajo. “Tenía que agradecerle el milagro”, se apura a decir con los ojos enrojecidos. Como él, decenas de inmigrantes abarrotaron este domingo el templo para recordar el séptimo aniversario de su canonización.

Nicolás Issa Obando, cuando ocupaba el cargo de embajador en España, donó a la iglesia la efigie de la tercera santa ecuatoriana. Corría 2008 y habían transcurrido apenas ocho días después de la ceremonia de canonización de la catequista en Roma. Juan José Arboli, párroco de la iglesia, lo recordó durante la liturgia que convocó a medio millar de fieles ante la imagen de 95 centímetros de resina policromada.

(foto: Patricia Villarruel, EL UNIVERSO)

El sacerdote también hizo un repaso a la semblanza de la joven costurera. Destacó su “humildad, sencillez y su entrega a Dios”. Y no se olvidó de la Virgen del Cisne, la primera advocación latinoamericana que llegó a la parroquia en 2006. A partir de ese año, hasta una veintena de imágenes y tallas ocupan los espacios laterales del atrio y el oratorio.

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La iglesia es un icono de la multiculturalidad de la ciudad. Abrió sus puertas a la Churonita y después siguió el Divino Niño, las vírgenes de Caacupé (Paraguay), Urcupiña y Cotoca de Bolivia, la de Coromoto de Venezuela, la del Quinche, La Dolorosa y Santa Narcisa de Jesús. (I)