1 de octubre de 2015. Son exactamente las 21:06, faltan menos de tres horas para que culmine el plazo previsto, cuando llega a la Secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) un documento procedente de Ecuador. Se trata del aporte al que se compromete el país para disminuir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), que provocan el cambio climático. Hasta esa hora, otros 143 y la Unión Europea ya habían enviado los suyos. El país se comprometió reducir las emisiones de ciertos sectores.

Aquella era la fecha límite para recopilar las propuestas de los países y elaborar un informe en el que se evaluará si el conjunto de compromisos de los estados-nación son suficientes para mantener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de los 2 °C al 2100 con relación a los niveles de la era preindustrial.

Es el límite que la comunidad científica internacional considera para evitar el escenario más peligroso del cambio climático que incluye sequías e inundaciones prolongadas, extinciones masivas y el crecimiento del nivel del mar que podría sumergir regiones costeras e islas enteras como las de Kiribati, Tonga y Palau, en Oceanía.

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Los gobiernos de 195 países miembros de la (CMNUCC) debían presentar sus planes, de forma voluntaria, de cara a la conferencia climática de diciembre en París, en la que se pretende la firma de un acuerdo global.

Hasta la fecha tope, 146 países (147 si se incluye a la Unión Europea como bloque) presentaron sus Contribuciones Nacionales Determinadas (INDC, por sus siglas en inglés), que son los compromisos de reducción de emisiones de GEI al 2030. Los otros pueden presentarlos hasta fin de año.

China y EE.UU., los dos principales emisores de gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global, habían presentado sus planes con anterioridad, el 30 de junio y el 31 de marzo pasados, en su orden. Los dos últimos países que enviaron sus metas aquel 1 de octubre a las 21:14 y 22:35, luego de las de Ecuador, fueron Mozambique y Argentina, según el sitio web de la CMNUCC.

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Un panel de expertos sobre el cambio climático, agrupados en la ONG Climate Action Tracker (CAT por sus siglas en inglés), afirmó esta semana que las metas planteadas no alcanzan para cumplir el objetivo de los 2 °C. Los científicos que son parte de CAT determinaron que los planes, si son aplicados, limitarían el crecimiento de la temperatura media a 2,7 °C por encima del periodo preindustrial para 2100. “Estamos por debajo de los 3° por primera vez”, dijo Bill Hare, fundador de Climate Analytics, que es parte de CAT.

Las metas nacionales de los países comprometen la forma en que los estos producen y consumen, implicaciones económicas que requieren decisiones políticas.

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Por ejemplo, las medidas planteadas en Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del mundo, tendrán efectos en similar proporción. Inés Manzano, jurista ambiental, afirma que para el caso de EE.UU., está en juego “el comercio internacional de bienes y servicios”, ya que la demanda de reducir emisiones puede encarecer sus productos.

China, en cambio, tiene retos mayores, ya que se ha desarrollado a un mayor costo ambiental, advierte Manzano. El río Amarillo, que discurre íntegramente por el territorio de ese país, es el más contaminado del mundo; y en Beijing se exceden entre el 25 % y el 30 % los límites de contaminación permisible del aire, refiere la experta.

La iniciativa de Ecuador corresponde al grupo de 28 países que solo comprometen cambios en ciertos sectores, sin establecer una reducción basada en el total de sus emisiones. En el documento que presentó ante Naciones Unidas menciona, por ejemplo, las políticas públicas en materia energética, como el cambio de la matriz productiva y la construcción de centrales hidroeléctricas.

La INDC nacional plantea: “Alcanzar un 90% de energía limpia proveniente de hidroeléctricas en su producción total de electricidad hasta el 2017”.

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Además, el cambio de las cocinas de gas por las de inducción que funcionan con electricidad. En el sector energía, el país se compromete a reducir sus emisiones entre un 20,4% y 25% con relación a lo que generaría en el 2025 en un escenario en el que no se apliquen estas medidas. Esto aumentaría a entre 37,5 % y 45,8 % si recibe apoyo internacional.

Jaime Carrera, secretario del Observatorio de la Política Fiscal en Ecuador, afirma que el camino correcto es depender cada vez menos del petróleo y de la importación de combustibles en el caso de Ecuador: “Habría que ver cuál es el punto de equilibrio en el futuro entre la producción hidroeléctrica y el aumento constante de la demanda de energía”.

Según el último Balance Energético Nacional del 2014 elaborado por el Ministerio Coordinador de Asuntos Estratégicos, la demanda de energía en el país se satisface en un 84 % de fuentes fósiles que provienen de recursos no renovables como el petróleo y el gas.

Si bien los países en desarrollo son los que menos GEI emiten, esto no responde necesariamente a que tienen una mayor conciencia ambiental. En gran parte su reducida emisión responde al bajo nivel de desarrollo alcanzado. Un ejemplo se da en Bolivia, país que no ha presentado sus planes de acción climática y donde la emisión de GEI va en aumento.

Carlos Mena, profesor de Ecología en la Universidad San Francisco de Quito, dice que esto no exime de responsabilidades a los países en desarrollo.

En la región, Perú y Costa Rica han crecido un promedio anual de 6,1 % y 4,38 %, en su orden, entre 2005 y 2014, sin aumentar la emisión de GEI. “Si China, India o Brasil tienen que verificar su manera de producir, los países pequeños tienen la oportunidad de mejorar el consumo, de ser conscientes de lo que se desecha”, opina Mena.

La INDC de Costa Rica, que ha tenido un desarrollo sustentado en el denominado ecoturismo, incluye un plan de reducción de emisiones por persona que implica medidas para frenar el consumo de productos contaminantes, en un país donde el 97 % de la electricidad proviene de fuentes de energía limpias.

Sin embargo, de lo que carece el plan de Costa Rica es de una estrategia cuantificable para reducir las emisiones contaminantes del transporte, que en Ecuador tiene un peso del 49 % en el consumo de energía. Este sector es clave para lograr fines más ambiciosos. Con ello coincide Mónica Araya, directora de Nivela, una organización costarricense que agrupa a analistas en temas ambientales de América Latina, Asia y África: “En esencia esto significa dejar de ver lo climático como algo ambiental y más bien verlo como un tema de desarrollo limpio”. (I)

Estamos lejos de donde hemos de estar (sobre limitar el calentamiento a menos de 2 °C), pero estas metas son una muestra de que el proceso puede funcionar”.Bill Hare, De Climate Analytics