Con la intención de hacer un posgrado en Medicina en Brasil, Kevin Salazar, quien tiene 26 años y reside en la urbanización Maralago (km 3), comenzó a estudiar portugués, hace tres meses, en el Centro Cultural Brasileiro que está en el centro comercial La Piazza (CCB Conecta com Brasil).

Él está en el tercer nivel y en nueve meses obtendrá la certificación refrendada a nivel nacional sobre el dominio del idioma. Con la enseñanza estará capacitado para rendir el Celpe-Bras, que es el examen que toma la embajada brasileña para asegurarse del buen manejo que el estudiante tiene de la lengua y que este, a su vez, pueda obtener una beca de estudios en el país de la samba.

Kevin asegura que disfruta mucho de la clase porque la metodología es a base de juegos, es muy dinámica. “A veces jugamos el ahorcado y hasta nos hacen bailar samba cuando nos equivocamos en algún ejercicio, pero creo que es una buena estrategia porque como uno se divierte, aprende más rápido y sin estresarse por hacerlo”, dice.

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Dentro del aula ninguno de los alumnos muestra temor a participar o a pronunciar las palabras, esto debido a la confianza que generan sus profesores. “Así somos los brasileños, informales, cercanos y alegres, incluso a la hora de enseñar; lo hacemos así porque de esa forma mostramos nuestra cultura, es decir, la idea es que a más de aprender el idioma, se familiaricen con la cultura”, dice Ricardo Santa Roza, director de la academia.

Él cuenta que la academia la fundó su madre, Alice Dos Santos, en 1993, en el centro, luego de que ella ganara un concurso público de enseñanza del portugués en su país natal y fuera contratada por la empresa Odebrecht para enseñar el idioma a los trabajadores. “Después del año de contrato, y debido a lo bien que la trataron los ecuatorianos, decidió quedarse y emprender este proyecto”, cuenta Ricardo.

Al principio la academia se llamó Casa Brasileira, allí a más del idioma se enseñaban cocina, baile, capoeira y teatro.

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Después de cuatro años se cambiaron a un local frente a la Universidad Estatal, luego pasaron a la Kennedy, donde permanecieron diez años. Actualmente hay tres sucursales: una en Plaza Quil, que ya tiene 15 años; otra en Piazza Ceibos, que tiene dos meses; de ambas, la directora sigue siendo Alice; y la academia de Samborondón, que se aperturó hace tres meses.

Ricardo explica que el método que utilizan para enseñar el idioma, que además ha sido creado por ellos, permite que el alumno domine el portugués en un año. “Optimizamos varias cosas que sabemos que no van a ser necesarias, como la gramática profunda que tiene muchos tiempos verbales que nunca se utilizan”, agrega.

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Como Kevin existen muchas personas que ya sea por cultura general, como herramienta para obtener un trabajo o por otros fines académicos buscan aprender un idioma adicional a su lengua nativa.

En el sector existen cinco academias de idiomas, desde el km 1 hasta el km 5: el Centro Cultural Brasileiro, en el km 1,5 y donde se aprende portugués; American English, en la av. Primera de Entre Ríos; y Bénédict, en el centro comercial Plaza Navona, en las que se imparten clases de inglés; la Alianza Francesa, en el km 3 de la avenida Samborondón, donde enseñan francés, y la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), que está en el km 2,5, donde dictan clases de inglés, francés, italiano, japonés y hasta español para extranjeros.

Cada academia tiene una metodología de acuerdo con su programa de estudio, sin embargo, todas se valen de ejercicios interactivos y dinámicos para facilitar un poco el aprendizaje, así como de mucho material visual y auditivo.

Las pioneras
Bénédict School fue una de las primeras en la ciudad, se fundó hace 43 años, en el centro; y también fue la primera en llegar al sector, hace 18 años, en Entre Ríos. Hace dos años se cambió al centro comercial Plaza Navona, en el km 5.

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Mercedes Elizalde, la actual directora general, cuenta que la idea de abrir una academia fue de su padre, Alfonso Jalil, quien a pesar de haber sido fotógrafo profesional se dedicó a la docencia toda su vida.

Él nació en Guayaquil, pero vivió durante varios años en Estados Unidos, al punto que su primer idioma fue el inglés, ya después aprendió el español con la ayuda de sus padres.

“En esa época no era muy común que alguien hablara inglés, peor aún que lo dominara, entonces no había tantos lugares para aprenderlo, sin embargo mi papá se dio cuenta de que sí había interés por hacerlo, entonces la idea de poner una academia comenzó a rondar su mente”, cuenta Mercedes.

Primero dio clases particulares, luego fue profesor en la Politécnica del Litoral y posteriormente abrió la primera escuela.

Actualmente hay cinco sucursales: en el centro, sur, Urdesa y La Garzota y Samborondón.

La sucursal del sector tiene catorce aulas y en cada una hay entre siete y nueve alumnos. “Ese es nuestro éxito, tenemos clases pequeñas para que el profesor pueda estar más atento y dedicado a cada estudiante”, agrega.

Hay clases para niños a partir de los 5 años, excepto en la academia de Samborondón, donde hay una clase para niños de 4 años y otra para bebés a partir de los 8 meses. Esta clase se basa en los sentidos, en aprender cosas con el tacto, escuchar, identificar los olores o imágenes.

Otra opción para aprender inglés es American English, la segunda academia que abrió en el sector y que tiene 12 años de trayectoria.

Celia López, la propietaria, cuenta que la idea de poner una academia fue de su concuñado Gino Pomadera, quien actualmente es profesor en el colegio Torremar.

“Él vivió muchos años en Estados Unidos y le gustaba enseñar, entonces me propuso emprender este negocio y a pesar de que yo no sabía nada del idioma, me arriesgué porque me gustan los retos”, dice.

Al principio la academia estuvo en la avenida principal de Entre Ríos, allí daban clases grupales. Hace cinco años cuando se cambiaron a la av. Primera, su metodología también cambió. “Nos dimos cuenta de que la mayor necesidad de los niños era aprender con rapidez y que había que prestar especial atención a sus falencias para pulir su aprendizaje, así que decidimos impartir clases personalizadas y tutorías”, agrega.

“Es mejor la clase personalizada porque el maestro tiene la ventaja de ver las falencias de cada estudiante al instante y las puede reforzar”, asegura Juan Carlos Quimí, profesor de la academia.

Al terminar los niveles de preparación en esta academia, los estudiantes se gradúan en inglés avanzado, avalado por el Ministerio de Educación. Aunque no emiten la certificación del Toelf y SAT, dan preparación para rendir dichos exámenes.

Además, hay la alternativa de las tutorías que son clases de refuerzo para los alumnos que aún están en el colegio y necesitan prepararse para una prueba o exposición en inglés, en alguna materia de clase.

Red de alianzas
En 1958 abrió sus puertas la primera academia de la Alianza Francesa, que estaba ubicada en el centro.

Laurent Guyonvarch, director general, explica que la idea de comenzar este proyecto fue del Gobierno francés. “Este es un proyecto mundial, hay academias de la Alianza Francesa en unos 300 países aproximadamente, y la idea es dar a conocer la cultura, el idioma y relacionar las costumbres de ambos países en la mayor cantidad de lugares que sea posible”, explica.

Actualmente hay sucursales en Quito, Cuenca, Guayaquil, Portoviejo y Loja; la sede en Samborondón abrió en 2008.

“Yo considero que es importante tener una alternativa diferente al inglés y aprender de otra cultura, porque eso te da una visión más amplia del mundo”, dice.

En la academia hay tres niveles, luego de esto, al graduarse, los estudiantes pueden tomar refuerzos y obtener la certificación del Delf (certificado oficial de francés), en la misma academia. Este certificado es obligatorio para los estudiantes de Guayaquil. “Esto es bueno porque los alienta a conseguir un certificado de sus estudios en francés”, enfatiza Laurent.

Múltiples opciones
Desde hace más de catorce años, en la Facultad de Estudios Internacionales de la UEES se imparten clases de idiomas no solo para los alumnos que pertenecen al campus, sino a toda la comunidad.

En un inicio, además de los idiomas que se enseñan: inglés, francés, italiano y japonés, se dictaban clases de alemán y mandarín, pero últimamente no hay demanda para estos.

Natalia Obelleiro, directora de la facultad, explica que tanto el inglés como el francés e italiano se manejan según el Marco Común Europeo para las Lenguas. “Porque este marco, que se creó en la comunidad europea, nos da las pautas de qué debe conocer el alumno en cada momento, y a la hora de terminar el idioma el estudiante va a conocer su nivel y puede tomar los exámenes de suficiencia y obtener su certificado”, explica.

Además indica que en todos los idiomas se trabajan cuatro competencias: comprensión escrita, comprensión oral, expresión escrita y expresión oral.

Natalia es, además, la profesora de italiano, y en su condición de docente no considera que sea del todo bueno tener siempre profesores nativos. “El profesor nativo es perfecto cuando ya tienes una base del idioma, pero para el alumno que recién comienza es mejor tener un profesor de su país, que domina su propia lengua y va a saber dónde puede tropezar”, agrega.

Además, en la UEES también se imparten clases de español para extranjeros. En este curso sí son más los alumnos que provienen de afuera, mientras que en el resto de idiomas la gran mayoría la conforma estudiantes de la universidad. (I)