La avenida Malecón Simón Bolívar está cobijada por árboles frondosos enraizados en uno de los íconos turísticos de la ciudad, a orillas del río Guayas, en el lado este, desde donde cada amanecer emana una brisa que se disipa conforme sale el sol.

En la parte oeste, en cambio, se levanta un paisaje arquitectónico con edificios patrimoniales de corte renacentista moderno, neoclásico, entre otros estilos. Y así, en torno a un ambiente urbano y natural, desde la av. Olmedo hasta el túnel del cerro Santa Ana, transcurre una parte de la vida del Guayaquil progresista que este 9 de octubre celebra sus 195 años de independencia.

El ritmo, a ratos, vertiginoso de la av. Malecón lo impone el comercio de la Bahía, desde Olmedo hasta la calle Colón, cruzando por los pasajes Villamil, Gutiérrez, Calderón y Mejía, tramo conocido como La Cadena, porque allí había una especie de plazoleta acordonada con cadenas de hierro, antes de que el Cabildo instale los 66 módulos donde actualmente se ubican los vendedores.

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Así cuenta Ramón Peña, vicepresidente de la Asociación de comerciantes Oswaldo Villacís Ortiz y uno de los más antiguos del sitio, con unos 40 años. “En ese entonces teníamos caramancheles nomás”, comenta.

Él dice que inicialmente en La Cadena se comercializaba ropa, zapatos y licores importados, pero que ahora en el sector prevalece la venta y reparación de teléfonos celulares.

Más hacia el norte, se refleja un ajetreo de trámites públicos en el entrar y salir de la gente de los edificios del Palacio Municipal (1929), frente al cual está el histórico reloj público. Allí también destacan la Gobernación (1924), que también es sede de la Universidad de las Artes, y el de la Prefectura.

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Pero también hay quienes viven en la av. Malecón, en el edificio Valra, frente al Cabildo, por ejemplo. Fernando Montesinos, administrador, dice que de los 14 pisos, la mitad está ocupada por residentes; los otros siete, por oficinistas.

Reseña que entre los condominios del edificio está el del alcalde Jaime Nebot.

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El trajín está marcado, además, por el caminar espontáneo de turistas nacionales y extranjeros que con cámaras fotográficas colgando del cuello retratan el emblemático malecón y el colorido cerro Santa Ana, donde la historia, dice, nació esta Perla del Pacífico.

En la 9 de Octubre, el edificio La Previsora, el segundo más alto de la urbe, con 135 metros, es otro de los atractivos para los turistas que salen del hotel Ramada, en la calle Luzárraga y pasean en los buses de Guayaquil Visión, por todo Malecón.

Del latido acelerado de la avenida de tres y cuatro carriles dan cuenta los 3.500 vehículos que por hora ingresan desde Olmedo, una de sus 19 intersecciones, sin contar los pasajes de la Bahía y la calle Clemente Ballén que no sale a Malecón porque allí se erige el monumento a la Fragua de Vulcano.

Esa es una recreación, inaugurada en el 2005, de la reunión secreta en casa del patriota José de Villamil el 1 de octubre de 1820, que marcó el inicio de la gesta libertaria. Y por eso en estos días de fiesta es el centro de ofrendas florales.

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Florencio Compte, un seguidor de la historia, señala que en sus inicios a la avenida Malecón se la llamaba La Orilla, porque era el límite entre la urbe y el río. “La calle existe prácticamente desde que la ciudad se fundó. Allí llegaban lanchas trayendo productos”, cita.

En su obra Las calles de mi ciudad, el historiador José Antonio Gómez Iturralde refiere que el nombre de avenida Malecón Simón Bolívar surge mediante ordenanza municipal del 7 de agosto de 1936. (I)

Detalles
De la avenida

Distracción nocturna
Durante los fines de semana la diversión nocturna en la av. Malecón Simón Bolívar se desarrolla entre el barrio Las Peñas y el cerro Santa Ana, donde hay bares y restaurantes.

Zona de taxistas
Producto de esa concurrencia nocturna, en la intersección con la calle Loja, se agrupan decenas de taxistas formales e informales que tratan de ganar pasajeros.

4.400
Vehículos salen de Malecón por los túneles del cerro Santa Ana hacia la Pedro Menéndez Gilbert