En la urbanización Portovita, en la vía a la costa, hay un área para que las mascotas realicen sus necesidades fisiológicas. Un letrero sobre el césped frontal del conjunto habitacional cerrado alerta que allí es el lugar establecido y hay también un tacho para el depósito de las heces de perros, gatos y conejos.

La residente Mariuxi Torres comenta que los vecinos cumplen la normativa, en procura de la buena convivencia y que, además, la urbanización cuenta con cámaras internas que permiten monitorear si algún propietario no recoge las deposiciones de su mascota o permite que los animales deambulen fuera de casa.

Así como en Portovita, el cuidado responsable de mascotas es una de las normativas que se busca fomentar dentro de las urbanizaciones cerradas. Sin embargo no es lejano que surjan quejas de vecinos por encontrar heces en el perímetro habitacional o en los parques, aceras u otras áreas de estas.

Publicidad

“Es una lucha, porque no todos tenemos el mismo pensamiento”, señala Jeannette Martínez, dirigente del conjunto habitacional Veranda, en el km 10,5 de la autopista Narcisa de Jesús, en el norte. Ella se lamenta por la falta de colaboración de los vecinos.

“No solo debemos ver nuestros intereses sino respetar el interés de los demás”, reflexiona Martínez y agrega que se busca concienciar a través de campañas educativas.

En Veranda, dice la dirigente, hay dos “W.C. caninos”, que son desfogaderos en el parque donde los animales realizan sus necesidades y donde el propietario puede dejar correr el agua para evacuar la suciedad. También hay carteles en que se pide no ser un vecino “incívico” si no se preocupa de recoger las deposiciones.

Publicidad

En el manual de convivencia de la urbanización La Joya, en el sector La Aurora (cantón Daule) hay un apartado para el tema mascotas, en el que se dispone que los animales realicen sus necesidades en los patios. Se recomienda no dejar a los animales solos por mucho tiempo en casa porque, en el caso de los perros, perturban con sus ladridos. Se anota la prohibición de dejarlos libres en las áreas comunes y tenerlos sin collar.

María Pía Valle, administradora de la etapa Ópalo de esta urbanización, comenta que generalmente los vecinos dirigen sus reclamos a la Administración, para que solucione algún malestar por las mascotas. Habla de tener tino para conminar a los propietarios para que cuiden que sus animales no causen molestias a la comunidad. Agrega que levanta actas para que los vecinos vean que se da seguimiento al caso.

Publicidad

Con esas quejas también lidia Luis Tomalá, administrador de la etapa Valencia, de la urbanización Villa España, en el norte de Guayaquil. Él menciona que los vecinos recurren a él para evitar reclamos directos con el propietario de las mascotas. “A uno sí quieren que se vuelva enemigo”, expresa con ironía.

Este problema es de análisis continuo en reuniones entre los propietarios. (I)