Los refugiados que llegaron a Alemania durante el fin de semana tras un viaje peligroso y agotador desde Siria y otras zonas conflictivas quedaron atónitos ante la cálida acogida que les brindaron numerosos ciudadanos alemanes.

En estaciones de trenes abarrotadas, cientos de personas vitorearon a los recién llegados, que se mostraban a menudo perplejos ante los carteles de bienvenida, al bajar de los vagones en Múnich, Fráncfort y otras ciudades del país.

La muchedumbre, con globos de colores y pancartas, daba agua, comida y juguetes a los inmigrantes, cuya llegada masiva ha provocado un movimiento de solidaridad sin precedentes en el país.

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"Díganlo alto, díganlo claro, los refugiados son bienvenidos", cantaban varias personas en la estación de trenes de Fráncfort (oeste) la noche del sábado, mientras miles de refugiados llegaban desde Hungría, después de cruzar Austria.

En Múnich (sur), el principal punto de llegada de los inmigrantes, una alemana de 47 años saludó a unos sirios que acababan de salir del tren.

Cuando la familia con tres niños se acercó escéptica al control policial, la mujer les acercó una bolsa con chocolatinas, juguetes y un sobre en su interior. "Hay un poco de dinero dentro", les dijo en inglés, antes de que los sirios, que agradecieron el gesto con una sonrisa, fueran llevados a otra zona para ser registrados.

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Dos niños de siete u ocho años sacaban pecho como estrellas de fútbol al salir del tren y sonreían mientras se abrían paso entre la multitud que los aplaudía.

Voluntarios

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En la estación de Múnich, unos 90 voluntarios, varios de los cuales hablaban árabe, hicieron turnos de cuatro horas para acoger a los inmigrantes y llenaron grandes mesas con ropa y comida para ellos.

"Tenemos a más de 1.000 voluntarios (...) preparados para ayudar", dijo uno de ellos, Colin Turner.

Los inmigrantes que llegaron a la capital del estado de Baviera fueron conducidos en autobuses o en trenes de cercanías a refugios temporales como una escuela, un club de tenis o el centro de congresos de Múnich, que puede alojar a unas 1.000 personas.

Alemania, la mayor economía de Europa, ha sido el país de la Unión Europea que más refugiados ha acogido en esta crisis migratoria, la peor desde la Segunda Guerra Mundial.

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Las autoridades prevén la llegada de 800.000 inmigrantes este año, cuatro veces más que en 2014, lo que supondrá un coste de unos 10.000 millones de euros (11.000 millones de dólares) para el Estado.

La policía de Baviera calcula que 17.000 refugiados habrán pasado por el Estado al término del fin de semana.

En Alemania, donde en los últimos meses se produjeron manifestaciones xenófobas y ataques contra extranjeros, sobre todo en el este, muchos creen que el Estado tiene una responsabilidad especial para con los refugiados, dada la historia nacional y la riqueza actual del país.

El sábado por la noche decenas de manifestantes de extrema derecha protestaron contra los inmigrantes en las afueras de la estación de Dortmund, en un incidente aislado en el que cinco personas resultaron heridas, incluidos tres policías, cuando se produjeron enfrentamientos entre ultraderechistas y militantes antifascitas.

En la estación de Fráncfort, cientos de personas llenaron los andenes y reunieron agua, comida y ropa para los inmigrantes durante la noche.

Mustafá, un egipcio que lleva 20 años viviendo en Fráncfort, sujetaba una pancarta donde se podía leer "Una cálida bienvenida" en árabe.

Lara Sabbagh, una voluntaria para la asociación Kleeblatt, hizo de traductora para algunos refugiados sirios. "Están asustados. Dicen que acaban de escapar de su país y de sus gobernantes y no quieren ser fotografiados", les dijo a unas personas que les sacaban fotos.

Muchos inmigrantes no "entendieron todo este revuelo y me preguntaron '¿Qué hace toda esta gente aquí? ¿Qué quieren?'. No entendían que la gente estaba aquí para darles la bienvenida", explica Sabbagh. (I)