Ser el único en la familia en ver los primeros pasos de su nieta es uno de sus recuerdos más gratificantes, una escena que lleva siempre en el corazón, dice Ernesto Toledo, rector del colegio fiscal Teodoro Alvarado Oleas y docente de Matemáticas del plantel.

“Ella nunca gateó, a los ocho meses caminó y lo hizo conmigo”, recuerda orgulloso Toledo, mientras le sonríe a Angie, la protagonista de su historia, quien ahora tiene 12 años.

Ambos se abrazan y ríen sentados en un mueble, en el domicilio de la familia ubicado en la cooperativa Assad Bucaram, en el sur de la ciudad.

Publicidad

Angie fue la primera nieta de Toledo. Hoy también están Diana, de 10 años, y Benjamín, de 3, de quienes dice le han cambiado la vida. A ellas las llama ‘mamá’ y al niño, ‘papá’.

El docente sostiene que sus dos hijos, Edwin y Tania, son sus joyas, pero que sus nietos son su tesoro más preciado.

Es un abuelo orgulloso, engreidor y ‘chocho’, tanto como los otros siete abuelitos que este Diario entrevistó para contar cómo viven su segunda paternidad, con ocasión de su día clásico nacional que se recordó el último domingo de agosto.

Publicidad

“Le damos cariño y una atención especial que de pronto no pudimos dar a los hijos porque uno tiene que trabajar”, dice el simpatizante de Alianza PAIS, quien manifiesta que no duda en tirarse al suelo para juguetear y saltar con los niños, así le digan “ridículo”, comenta.

Cree que su amor por los niños y sus alumnos la refleja a esta edad (tiene 53 años) porque él no pudo disfrutar a plenitud de su niñez y juventud, ya que desde los 11 años tuvo que trabajar para ayudar a su familia y costear sus estudios.

Publicidad

Entre los 11 y 12 años, recuerda, vendió periódicos. Su colegiatura la cubrió vendiendo legumbres en un mercado. Actualmente tiene 20 años como docente y tres como rector.

Su ejemplo de lucha y superación es el legado que quiere dejarle a sus hijos y a sus nietos. Angie, dice Toledo, es una excelente estudiante.

Afirma que a veces se entristece por no poder disfrutar a sus nietos como él quisiera. Dos de ellos, Angie y Benjamín, viven en la misma casa, pero en distintos departamentos.

Aquel tiempo perdido intenta compensarlo cuando los tiene cerca, cotidianamente, con amor y una voz de aliento. “Es muy amoroso, lo quiero mucho”, dice Angie, mientras abraza a ‘papi Ernesto’. (I)

Publicidad

Cuando me enteré que iba a ser abuelo me chocó porque mi hija estaba estudiando en la universidad, pero luego al conocer a mi nieta, me cambió la vida.Ernesto Toledo, rector del colegio Teodoro Alvarado Oleas