La confluencia de pasajeros es constante en Puente Lucía, poblado de la parroquia Pascuales situado en el km 27 de la vía a Daule, en el límite de Guayaquil con Nobol, donde allí ese persistente subir y bajar de viajeros convierte a este sitio en parada obligada de buses intercantonales e incluso urbanos.

Es un recinto de evidente vorágine comercial, porque ahí hay fritada, maduros lampreados, almuerzos, frutas, panaderías, despensas, farmacias, vulcanizadoras y demás, incluyendo mesones para la venta de conchas y cangrejos, o de chuzos y corviches.

Allí paran a cada rato los buses de las cooperativas Señor de los Milagros, Santa Lucía, Pedro Carbo, todas las que van por la vía a Daule.

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Puente Lucía creció, ya es estación de las líneas 120-B, de la cooperativa 10 de Agosto; la 54, de la Río Amazonas; y la CTP 4, de Pascuales, las que avanzan a la sede de la Policía Judicial, en el suroeste de Guayaquil, en el otro extremo de la ciudad.

Son las ejecutoras de los recorridos más largos de la urbe, de al menos 50 kilómetros solo de ida, pues incluyen parte de los 43 kilómetros de la vía Perimetral.

El poblado registra hoy 500 familias, según datos del Municipio. Antes era “una casita por aquí y otra al frente, al lado de la piladora”, recuerda Ilser Zorrilla, de 43 años, dueño de un comedor y quien cargó sacos de arroz en una descascaradora.

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Fue la llegada de buses lo que trajo gente a Puente Lucía, en aquello coincide la población.

Ocurría que las líneas intercantonales no se abastecían con tanto pasajero, dice José Carranza, de 57 años, chofer de la 54, que asegura que ha dado hasta cinco vueltas en un máximo de 16 horas.

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Él da fe de que la 120-B fue hace una década la primera en llegar a Puente Lucía, poblado donde el continuo y potente rugir de motores de buses y tráileres puede menguar una conversación y resultar perturbador para un recién llegado.

Dos agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) ayudan al peatón a atravesar la confluida vía a Daule. Ese tramo es amplio, hay seis carriles para la circulación. Los buses se encolumnan por pasajeros y es allí cuando corren hacia ellos los vendedores de la Asociación 12 de Diciembre, integrada por una treintena de hombres, noboleños en su mayoría, que ofrecen agua de coco, jugos y tortillas de maíz.

El directivo Luis Fernando Reyes dice que hace unos ocho años surgió la necesidad de asociarse y con ello vestir camisetas y portar credenciales identificatorias, porque hubo asaltantes que fungían de vendedores para abordar los buses.

Puente Lucía tiene tres burdeles en su calle principal, lo que genera malestar porque supuestamente peatones en estado de embriaguez utilizan la vía pública como urinario.

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Sobre la inseguridad, Segunda Alvarado, habitante, dice que a más gente, lo probable es que también lleguen personas ‘mañosas’. “Usted podía andar forrado en alhajas y no le pasaba nada, ahora solo me pongo estos aretes, chiquitos, de fantasía”, menciona la mujer sobre lo cotidiano en el poblado, el último rincón de Guayaquil que sí cuenta con servicios. (I)

Flota de buses
Servicio urbano

Pasajeros
Entre los usuarios que abordan las líneas urbanas que llegan a Puente Lucía constan habitantes de las urbanizaciones de la vía a Daule. En el km 20 queda Ciudad Santiago, en el km 23,5 el recinto Las Mercedes y en el km 25,5 Lagos de Daule, por citar ejemplos. También quienes van al Centro de Detención Provisional o al recinto El Chorrillo.

Los colectivos trajeron movimiento a Puente Lucía, pero movimiento bueno y malo. Más comercio, pero también gente mañosa”.Segunda Alvarado, habitante de Puente Lucía