A pesar de que transcurrieron cinco meses desde que los esposos Víctor A. y María Y. sufrieron el robo de sus pertenencias, ellos no han podido olvidar ese día y tampoco recuperarse económicamente.

Ambos, adultos mayores, relatan que la madrugada del pasado 12 de marzo delincuentes les colocaron alguna sustancia para que no se percaten del robo de un televisor, una pulidora, una máquina para cortar madera y de $ 800.

El atraco ocurrió mientras dormían en el cuarto de su casa ubicada en el barrio Sin Tamarindo, de la parroquia rural Progreso, de Guayaquil.

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Al parecer, los ladrones entraron por el balcón y una ventana del domicilio. “Aún recuerdo cómo nos sentíamos. No podíamos respirar, nos dio una picazón en la nariz y estábamos desesperados”, cuenta María Y.

Víctor A. dice que denunció el robo, pero que luego decidió no seguir con el trámite para proteger su familia.

Recientemente, Carmen Flores, habitante del barrio 12 de Octubre, sufrió un atraco similar. Desconocidos entraron en la madrugada a su casa y se llevaron un cilindro de gas, mercadería de bazar como ropa, zapatos y otros objetos.

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Al igual que Víctor A. y María Y., Flores decidió no seguir un trámite judicial por temor.

Las víctimas coinciden en que Progreso ya no es el mismo pueblo tranquilo de antes y aseguran que la inseguridad, supuestamente, se debe a la venta y consumo de droga.

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“Antes nosotros nos íbamos y dejábamos la casa botada y nada pasaba, pero ahora no. Ahora uno no se puede ir a ninguna parte por los robos”, manifiesta Abigaíl Yagual, de 67 años, quien desde hace 20 habita en el barrio Caribe.

Rocío Bohórquez, quien vive en el barrio Sin Tamarindo, reconoce que el problema de las drogas en los jóvenes se debe, al parecer, al escaso control de los padres sobre los hijos.

Por ello, Bohórquez hizo un llamado a la Policía para que realice un control en los exteriores de los planteles, a la hora de salida y entrada de los estudiantes, para impedir el comercio de alcaloide. “La droga está acabando con la juventud del pueblo”, dice Germania Rodríguez, de 68 años.

La teniente política de Progreso, Mercy Obaco, menciona que en los siete meses que lleva de trabajo en el cargo solo se ha denunciado un robo.

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Sostiene que a su despacho generalmente llegan casos de problemas intrafamiliares y por deudas entre vecinos, y peleas callejeras.

“Cuando me hacen conocer de algún problema cito a las personas para mediar, para que ninguna de las dos partes salga perjudicada”, dice Obaco.

El sargento de Policía Segundo Guaraca coincide con la teniente política en que existe una gran incidencia de problemas intrafamiliares y de peleas entre libadores.

Asimismo, menciona que permanentemente realizan operativos antidelincuenciales y de control de vehículos, y acuden a los colegios para dar charlas sobre seguridad ciudadana, derechos humanos y prevención del consumo de drogas.

Según la Policía Nacional, en todo el Distrito Progreso, que no solo comprende la parroquia del mismo nombre, ubicada en la vía a la costa, sino también las de El Morro y Posorja, los mayores delitos que se registran son los robos a personas y a domicilios. (I)