El palé, una plataforma de madera que sirve para soporte y transporte de diversos materiales a nivel industrial, es también la materia prima para una pequeña comunidad de artesanos ubicados en la calle 18, en el suroeste de Guayaquil.

La utilidad de este objeto, que en ocasiones es desechado, permite a hábiles manos reutilizarlo para dar forma a camas, sillas, puertas, anaqueles y un sinnúmero de muebles que se venden desde $ 40.

Flor Medina se dedica a esta labor hace seis años cuando asumió el negocio que emprendió su padre. Ella se encarga de comprar los palés en diversas fábricas y los transporta hasta su taller en las calles 18 y Cuenca, sector donde unas diez familias se dedican al oficio.

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El proceso de elaboración del mueble empieza con el desbaratador, explica Medina. Quien desempeña esta función desarma la estructura para después extraer los clavos, cepillar y cortar la madera.

“Conmigo trabajan alrededor de seis personas, cada una tiene su función. En el día se pueden hacer unas quince piezas”, dice Medina, quien ofrece los muebles en el Mercado de las Cuatro Manzanas, como la mayoría de sus compañeros.

En la 18 y Capitán Nájera, el pauteño Édgar Barba ha dedicado 35 años a esta forma de ebanistería.

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“Los palés son de pino, también viene madera blanca; nosotros compramos en las empresas al por mayor”, comenta Barba, mientras cura la madera de una cajonera, el modelo de mueble más vendido.

Cada plancha de madera es rellenada con masilla, para corregir las imperfecciones y posibles grietas, y luego es cubierta con maderol y el sellador, líquidos que protegen al material de la polilla, explica Barba.

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César Estrella, otro artesano del sector, señala que pese a ser madera reciclada, el tiempo de vida útil de cada mueble fluctúa entre los ocho y diez años.

En el local de la calle 18 donde labora, cada artesano produce de ocho a diez cajoneras. Laurel, pino, fernansánchez y roble son las maderas que usan en sus creaciones que también realizan bajo pedidos.

“Aquí se produce pasando un día. Hacemos todo tipo de mueble y los vendemos aquí en el sector que la gente ya conoce donde estamos o los ofrecemos en las Cuatro Manzanas”, dice. Estrella.

El auge de la producción de los muebles con este material, sostiene Flor María Castañeda, se originó por la escasez del laurel. Hace ocho años y medio, agrega, se empezó a reutilizar el pino que desechaban en la fabricación de mueblería.

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“Aquí somos puras familias que trabajamos juntos. Sobrinos, hijos, nietos. Todos nos dedicamos a esto, que es nuestro sustento”, refiere.

En festividades como el Día de la Madre, Navidad y julio se registra una temporada de alza en las ventas de sus productos, manifiesta Castañeda. (I)

40 dólares cuestan, en promedio, algunos muebles.