Había más policías que manifestantes en la avenida West Florissant el martes por la noche, posible señal de que las manifestaciones en el aniversario de la muerte de Michael Brown empiezan a disminuir.

En su mayoría, los manifestantes se mostraron tranquilos a un lado de la carretera. Algunos corearon canciones y unos pocos portaban carteles, pero la mayoría pasó varias horas conversando entre ellos. Era una situación muy distinta de la violencia y la tensión que caracterizaron las dos noches anteriores.

El suburbio de St. Louis ha registrado días de manifestaciones por el primer aniversario de la muerte del joven negro Michael Brown, cuya muerte a tiros a manos de un policía de la ciudad desató el movimiento nacional 'Black Lives Matter' ("Las vidas de los negros importan"). La del martes fue la quinta noche consecutiva con concentraciones en West Florissant, la avenida que fue escenario de multitudinarias protestas y disturbios tras el asesinato de Brown. En jornadas anteriores se reunieron cientos de personas, y una de las protestas a principios de semana se vio interrumpida por disparos.

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Larry Miller, de 58 años y organizador del grupo activista Ferguson Freedom Fighters, dijo el martes por la noche que estaba claro que la última ronda de manifestaciones estaba decayendo. No estaba convencido sobre lo logrado.

"Ya sabemos que lo que tiene que pasar no está pasando", dijo Miller. "Seguimos molestos por el asesinato de Mike Brown porque seguimos necesitando una reforma de la policía, una reforma del sistema de justicia penal".

Estado de emergencia

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El primer signo de tensión el martes se produjo cuando unas dos docenas de personas caminaron hacia la calle. Agentes, incluyendo el jefe de la policía del condado de St. Louis Jon Belmar, los escoltaron de vuelta a la vereda. El responsable ayudó también en estas tareas una noche antes, cuando salió a la calle sin casco ni escudo y habló con los manifestantes, pidiendo calma.

Belmar aumentó su implicación luego de que las protestas del domingo se tornaron peligrosamente violentas cuando se realizaron disparos y un sospechoso, un joven afrodescendiente de 18 años, fue baleado por la policía tras presuntamente abrir fuego contra una camioneta policial no rotulada. Los agentes emplearon humo para dispersar a la multitud. Tres policías resultaron heridos.

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El máximo responsable del condado de St. Louis declaró el estado de emergencia el lunes, una medida que dio a Belmar el control de la seguridad en detrimento del jefe de policía interino de Ferguson, Andre Anderson.

El lunes, la presencia policial fue mayor. Agentes custodiaron varias manzanas en West Florissant, en lugar de quedar confinados en una zona más pequeña. Al contrario que el domingo, no se reportaron disparos, ni heridos ni saqueos o daños en propiedades.

Más de 20 personas fueron arrestadas. La policía no empleó humo o gas lacrimógeno, aunque en ocasiones les arrojaron botellas de agua y piedras.

El director ejecutivo del condado de St. Louis, Steve Stenger, dijo que el estado de emergencia podría levantarse el miércoles, en función de la situación el martes por la noche.

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El marte, Belmar fue crítico con una milicia armada que patrullaba las calles de Ferguson diciendo que la presencia nocturna de miembros de Oath Keepers -que visten chalecos antibalas de camuflaje y portan rifles y pistolas a la vista por West Florissant Avenue- era "tanto innecesaria como inflamatoria". Stenger expresó un punto de vista similar.

El grupo activista de ultraderecha y antigubernamental está formado en su mayoría por miembros y ex miembros del Ejército, equipos de respuesta rápida y agentes de Policía. John Karriman, un líder de Oath Keepers del suroeste de Missouri, dijo que tienen previsto permanecer en Ferguson al menos hasta finales de semana.

A última hora de la tarde del martes, un puñado de miembros llegó a la zona. Ninguno de ellos parecía portar rifles largos.