Haciendo agujeros en las paredes de terrenos baldíos, cruzando en lanchas los ríos Daule o Babahoyo, e inclusive entrando por las puertas principales. Las insólitas formas en que delincuentes o bandas han logrado robar las villas de las amuralladas urbanizaciones de La Puntilla alarman a sus residentes.

“El sentir general es una gran preocupación, angustia, temor”, dice uno de los moradores de La Puntilla, una parroquia urbana satélite de Samborondón que alberga a 46.278 habitantes, el 51% del cantón, según datos del INEC al 2015.

Las denuncias por robos a domicilios se volvieron frecuentes en La Puntilla a partir de diciembre. De enero a junio se registraron 47 asaltos, un promedio de ocho al mes, en las viviendas de la avenida Samborondón, según datos del jefe policial (e) del distrito Samborondón, Carlos González. “Las estadísticas revelaron que enero fue el mes en que más se denunció este tipo de robos, por el feriado de fin de año y dejaron las casas abandonadas”, afirmó.

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De los tres subcircuitos en que la Policía divide a La Puntilla para distribuir a su personal, el subcircuito 2 (del Liceo Panamericano a El Cortijo) registró 21 robos, el subcircuito 1 (del ECU 911 al Liceo) presentó 16 asaltos, y en el subcircuito 3 (desde El Cortijo hasta el redondel hacia Salitre) hubo 10.

Los delincuentes se sustrajeron dinero en efectivo, joyas, relojes, teléfonos inteligentes, computadoras portátiles, filmadoras. Actúan en grupos de dos o tres, con frecuencia en el día y, por lo general, cuando las viviendas quedan solas o bajo la custodia de la empleada doméstica o del guardia privado.

El 26 de junio, dos asaltantes tocaron el timbre de una villa a las diez de la mañana, preguntaron por el dueño, quien había salido, y le pidieron agua a la empleada. “Cuando me di cuenta, los individuos habían ingresado y me apuntaron con dos armas, procedieron a maniatarme y me preguntaron por las cosas de valor.., uno de ellos con un palo de escoba procedió a destruir las cámaras de seguridad”, señala la denuncia.

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Otro robo ocurrió el 25 de julio al mediodía, cuando toda la familia se encontraba en casa. Los delincuentes hicieron un agujero en la pared de un solar vacío y entraron, amenazaron con armas, maniataron a la familia y se llevaron hasta la billetera del dueño, con sus documentos y fotos personales.

“Creo que debemos analizar la vigilancia por el río, poner cerco eléctrico”, fue una de las sugerencias que analizaron el martes varios administradores de urbanizaciones durante una reunión con dos policías de La Puntilla. Ahí pidieron mayor patrullaje para las 17.255 viviendas que tiene esta parroquia, la que sustenta en el 80% la economía de Samborondón y la que surgió en 1969 por su atractivo natural y porque “podría dotársela de privacidad y seguridad”, según registros bibliográficos de la Municipalidad.

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Uno de los administradores pidió más recursos para la Policía: “Le falta mucho equipamiento, imagínese no tienen internet en el PAI (frente al ECU 911); estamos solos, a expensas de que nos pase cualquier cosa, no podemos confiar”.

La desconfianza de los administradores, incluso con los mismos policías a quienes a veces les piden cédula para su acceso, contrasta con la falsa sensación de seguridad que predomina entre los residentes. “Como tienen un portero, una cerca eléctrica, entonces aquí no pasa nada”, dice un experto en seguridad de La Puntilla, quien explica que la actual guardianía privada no está debidamente preparada ni armada.

“Todo eso es un montón de costos que los está asumiendo el público, porque el Estado no está dando la protección debida”, dijo un morador. Otro agregó: “Estamos entre la espada y la pared, y ¿quién es el ganador de esto?, la delincuencia”.