Desde 1993, el apostolado del religioso imbabureño Marco Paredes se volcó a las calles. Rescatar a los niños y jóvenes que trabajaban en las vías fueron su día a día. En el albergue Padre Antonio Amador y en Patio Mi Pana, Paredes palpó de cerca la realidad de los menores, que en su mayoría provenían de sitios como la isla Trinitaria, al sur de la ciudad.

“Esto nos llevó a hacer visitas un poco más frecuentes a partir del año 2000, aunque al principio los chicos no querían indicar de dónde eran y poco a poco comenzamos a entrar”, señala Paredes.

Este acercamiento mostró a los voluntarios la situación precaria en la que vivían. Estructuras de caña, sobre el estero eran sus casas. La misión, entonces, era reinsertar a los jóvenes a sus hogares y descubrir las causas que los llevaron a trabajar en las calles.

Publicidad

En el 2008 la labor se intensificó. Un grupo de directivos salesianos y los miembros de una agrupación salesiana de Austria y de Suiza decidieron hacer más palpable su ayuda.

“Ellos se impactaron al ver cómo vivía la gente y decidieron construir viviendas para las familias”, explica.

Dos años esperaron mientras se legalizaron los terrenos y las autoridades municipales hicieron el relleno y obras en la zona. “Construimos 105 casas en tierra firme, con cemento, y luego el alcalde ayudó con $100.000 para construir unas 20 casas más”, relata.

Publicidad

Este accionar que ha desarrollado Paredes con ayuda de su comunidad salesiana fue reconocido por el Gobierno nacional, en la sesión popular de las fiestas julianas que se realizó el 25 de julio, en el sector de Florida Norte.

“Me siento con un desafío permanente de poder ayudar más a la superación de Nigeria, sobre todo al ver la cantidad de niños en situación crítica (...). Me queda el desafío, como salesiano, de seguir la misión que tuvo nuestro fundador Don Bosco”, sostiene.

Publicidad

Desde entonces sus obras se enfocaron en la prevención, en evitar que los jóvenes trabajaran en las calles.

“Veíamos que antes que esperar a los niños en la calle era mejor que nosotros creáramos un espacio para trabajar con ellos en la comunidad”, menciona Paredes, de 68 años.

El Centro Comunitario Juanito Bosco fue posible con la colaboración de la organización extranjera KNH, que respaldó el proyecto de los salesianos.

“Hemos podido en medio de un ambiente hostil, saber sortear problemas y dificultades, y que las personas nos acepten como fundación proyecto salesiano”, dice.

Publicidad

Actualmente ayudan a los niños y jóvenes en las tareas, a más de 100 familias con microcréditos para pequeños negocios, así como capacitaciones para los beneficiarios de estos préstamos.

“Desde el 2010 estamos en el centro comunitario, hay un promedio de 250 niños por año a los que hemos retirado de la calle”, afirma Paredes.

Agrega que con la ayuda de un grupo de familias alemanas, de la Fundación Luz y Sombras, que apadrinan a familias ecuatorianas en la zona, se han construido 80 viviendas más para personas de escasos recursos económicos. Esta intervención les permitió levantar casas en el cantón Durán, en el suburbio y en la Florida. (I)

Desde el año 93 hasta el presente, considero que no menos de 8.000 chicos han logrado recuperarse de su vida en las calles, con los proyectos salesianos. Ahora estudian.Marco Paredes, padre