El rostro quemado de Carmen Quintana se ha vuelto un símbolo de las atrocidades cometidas por el régimen del dictador chileno Augusto Pinochet entre 1973 y 1990. Ahora ella finalmente siente que se está haciendo justicia.

En una marcha del 2 de julio de 1986, soldados rociaron gasolina a Rodrigo Rojas y a Quintana, entonces de 18 años, y les prendieron fuego. Rojas murió cuatro días después. Quintana se sometió a prolongados tratamientos para sanar las severas quemaduras.

El Gobierno chileno informó este martes que está evaluando un proyecto que ponga fin al secreto de 50 años que se estableció por ley a un informe sobre la tortura durante la dictadura, con el objetivo de obtener nueva información sobre las violaciones a los derechos humanos. Ese informe, dado a conocer en el 2004 durante el gobierno de Ricardo Lagos, dio cuenta de 33.000 casos de personas torturadas o detenidas por razones políticas durante la dictadura.

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"Es una medida que nosotros estamos evaluando, que está considerada como una hipótesis de iniciativa y, por lo tanto, en su momento, una vez que se evalúen todas las consideraciones, vamos a informar la decisión", señaló el portavoz de Gobierno de Michelle Bachelet, Marcelo Díaz.

Estas medidas hacen que hoy se empiece a hacer justicia por Quintana: Un juez en Chile presentó cargos contra siete exmiembros del Ejército por el ataque que sufrió ella y el fotógrafo Rojas, después de que otro soldado declarara como testigo sobre el caso, rompiendo un pacto de silencio de casi tres décadas.

La fotógrafa Paz Errázuriz (i) junto a la madre de Rodrigo Rojas, Veronica Denegri, en un homenaje a Rojas en la capital chilena. Foto: EFE

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Este martes también Quintana rindió homenaje a Rojas colocando una foto en un memorial levantado en Santiago para el fallecido fotógrafo. Ella confía en que más chilenos saldrán a denunciar las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura. (I)

Agencias: AP y EFE