(Actualizado a las 23:35)

“¿Acaso un aparato vale más que una vida? Por Dios, señor presidente (Rafael Correa), las leyes necesitan ser más fuertes para esta gente sin piedad, sin corazón; por Dios, por favor, póngalos entre los más buscados para que paguen por lo que le hicieron a mi hija...”, dijo este lunes Verónica Orta.

La mujer no hallaba consuelo por el asesinato de su hija, María José Correia Orta, y, en medio de su desesperación, pidió la intervención del primer mandatario en este caso.

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La joven de 24 años fue asesinada en la calle Venezuela, entre la 29 y la 30, en el suroeste de Guayaquil. Según los familiares de la víctima, ocurrió a las 05:10, minutos después de salir de su casa, ubicada a unos 100 metros del sitio.

José Coll, suegro de la ahora occisa, contó que ella y su hijo, Jonathan Coll, madrugaron porque antes de ir a trabajar como docentes debían hacerse unos exámenes médicos.

Relató que cuando se dirigían hacia la calle 29 para abordar un bus de la línea 98, Jonathan volvió a la casa porque olvidó las llaves de la puerta. En ese instante, en la zona se escuchó una fuerte detonación.

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Inmediatamente, cuando los vecinos salieron de sus viviendas, encontraron a María José tendida en medio de la calzada. La joven había recibido un disparo en el pecho, a la altura del corazón, indicó José Coll.

Basado en versiones de testigos, el suegro relató que su nuera supuestamente intentó evitar el robo de sus pertenencias por parte de dos sujetos que se movilizaban en una moto.

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Al parecer, la víctima se abalanzó contra el sujeto que le arrebató un celular y una tablet y lo agarró. No obstante, el conductor de la motocicleta habría sacado un arma de fuego y disparado a la joven.

“Después de la detonación vi que la moto se fue por la esquina (de la calle 30)”, sostuvo un vecino que prefirió no identificarse por temor.

Azucena Solís, suegra de la fallecida, indicó que la zona se ha vuelto peligrosa y que desconocidos circulan al amanecer con el afán de atracar a quienes madrugan a trabajar.

María José llevaba dos años laborando como docente, actividad que también desempeña su madre, Verónica, quien exigió justicia.

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“Los quiero presos, porque si no, no sé qué voy a hacer. Matan a una muchacha honesta, trabajadora; destruyen un hogar, una familia, me quitan a mi hija”, manifestó la progenitora ayer en la morgue. (I)