El ser personas con capacidades diferentes no fue impedimento para que acamparan en el parque Bicentenario. Un centenar lo hizo la noche del pasado lunes, movidos por la fe y, a la espera de poder escuchar este martes la misa que ofició el papa Francisco.

El anochecer del lunes y la madrugada de este martes no les trató bien. Una fuerte lluvia cayó en la capital e inundó el sitio donde se encontraban muchas personas con discapacidades especiales, contó Luis Guala, oficial del cuerpo de bomberos de Quito.

Tuvieron que recurrir a la asistencia de dos motobombas de la Empresa Metropolitana de Agua Potable para succionar el líquido que mantenía anegada una extensa área.

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La hipotermia fue la principal afección que atacó a algunos de los presentes, pese a que acampaban en carpas, contó Guala. Agua caliente y abrigo con mantas fue el principal tratamiento, agregó. También hubo afectados por la hipertensión.

No obstante, eso no fue todo. Muy temprano, cuando el parque Bicentenario comenzaba a llenarse, y al ver que ese lugar estaba casi vacío, una multitud intentó invadir el espacio reservado para las personas con capacidades diferentes. Se produjo una pequeña avalancha, contó el oficial.

En el forcejeo hubo personas golpeadas, asfixiadas y hasta unos pocos con luxaciones, indicó Guala. Al final, cedieron un espacio para la multitud.

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Personas en sillas de ruedas, no videntes y con otros padecimientos se observó en ese pequeño espacio, que aún tenía el césped mojado como evidencia del pertinaz aguacero caído en la capital.

María Bustamante acampó con su hija Cristina Vizuete. La fe cristiana hizo que olvidara las vicisitudes que le tocó pasar. "Mi creencia es mucho más fuerte que cualquier otra cosa. Tenía que estar aquí (en el Bicentenario) para escuchar la misa del representante de Dios en la tierra", contó. (I)