Ha permanecido postrada en una cama 40 de sus 56 años, a causa de una enfermedad que desconoce, pues las veces que acudió a médicos particulares, los galenos no encontraron anomalía alguna o al menos no se la diagnosticaron.

Blanca Cuenca o Blanquita, como la llaman sus hermanos que acuden a la iglesia La Transfiguración del Señor, en la cooperativa Promesa de Dios, de Monte Sinaí, cuenta que en ocasiones ha sentido cansancio de pedir a Dios que mejore su estado de salud, pero su fe sigue intacta.

Y desde el domingo anterior el fervor religioso tomó fuerza, cuando se enteró de que será una de las 100 personas de Monte Sinaí que el próximo lunes irá al Santuario de la Divina Misericordia (km 26 de la vía a la costa), para encontrarse con el papa Francisco.

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“Lo primero que yo le diría al papa... papa (estoy) feliz y contenta de venirlo a ver, pero creo que lloraría primero. Y me pondría a decirle écheme la bendición. Yo quisiera levantarme de aquí donde estoy papa, ese es mi anhelo”, expresa la mujer que vive con su madre, Elvira Chalén, de 75 años, quien se encarga de atenderla.

El padre Juan María Bautista, hace ocho meses párroco de la Transfiguración del Señor, dice sentirse afortunado de que su gente sea parte de los casi dos mil personas que estarán con el pontífice.

A dicha cita irán enfermos, adultos mayores y niños, todos con pases para ingresar al templo del santuario, donde el líder de la Iglesia católica tendrá un momento de oración y reflexión en torno a la Misericordia del Señor.

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“...Hablar de Dios misericordioso es hablar de esa dimensión femenina de Dios. Dios que tiene entrañas de misericordia y que se baja hasta la situación de miseria, de pobreza, debilidad de sus propios hijos”, sostiene el padre Juan María.

De Monte Sinaí saldrán tres buses alquilados, de la línea 105, para trasladar a la gente. Los esposos José Jaramillo y María Salinas, de 77 y 75 años, también son parte de la comitiva, al igual que los estudiantes del centro educativo arquidiocesano Las Cumbres y los integrantes de la pastoral juvenil de afrodescendientes.

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“Sí deseamos siquiera verlo (al papa) aunque de lejitos”, sostiene Jaramillo, oriundo de Cariamanga, Loja.

La alegría de los moradores de Monte Sinaí es compartida por personas con discapacidad, cuyos familiares acuden desde el lunes a las oficinas del Consejo de Laicos Católicos (Celca) para inscribirlos en la misa de Samanes. (I)

Yo me siento muy feliz al ver que viene el papa y darle una bienvenida. Le diría santo padre quiero una bendición para vivir siempre más... el padre (párroco) siempre nos ha motivado a eso.Isabel Valarezo, habitante de Monte Sinaí