“Es difícil sacar adelante un emprendimiento, pero no hay nada mejor que tener algo propio, aunque debes estar dispuesto a muchos sacrificios”, dice Carolina Vignolo, quien con su hermana crearon una agencia para organizar eventos. Es que además de la creatividad para poder ofrecer algo diferente que tenga demanda en el mercado, el deseo de contar con algo propio y no depender económicamente de otros y los sacrificios que ello conlleva es fundamental para emprender.

En esto coincide Guido Macas, economista y docente de la universidad Ecotec, quien considera que “las personas se ven obligadas a apostar por un negocio familiar que ofrezca un producto o servicio innovador, que les permite percibir un ingreso que a lo mejor una empresa pública o privada no les da”. Él explica que en los últimos cuatro años ha aumentado el número de negocios propios en el país. “Ser emprendedor ahora es parte de la formación educativa, incluso las universidades contribuyen con la preparación de los nuevos profesionales, facultándolos a hacer emprendimientos”.

Esta iniciativa comercial es un escenario que se repite principalmente en los jóvenes entre 22 y 28 años. Según datos obtenidos en el INEC, Macas asegura que es en este rango de edad en el que se registra mayor tasa de desempleo, siendo en la mayoría de los casos más las mujeres sin trabajo que los hombres.

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A pesar de que existen múltiples negocios de decoración, asesoría, restaurantería, comunicación, entre otros, Macas considera que uno de los emprendimientos que más se está posicionando es el digital. Además resalta la participación de las redes sociales como Instagram y Facebook, que son herramientas que contribuyen con la difusión y la generación de clientela. Para él, el mayor problema al que se enfrentan los negocios propios, y que muchas veces causa que estos se estanquen y no surjan, es la falta de capital, “por lo que necesitan apoyo del Gobierno para salir a flote”.