“Papa amigo, el Guasmo está contigo” y “Guasmo amigo, el papa está contigo”, son frases que se inmortalizaron en la memoria colectiva de los habitantes de este populoso sector del sur de Guayaquil, cuando el papa Juan Pablo II lo visitó hace treinta años.

Su arribo a esta zona de la urbe, que recién comenzaba a poblarse, significó mayor unidad de sus pobladores liderados por monseñor Olindo Spagnolo y un resurgimiento de fe. Así lo recuerda Carmen Criollo, de 68 años.

“Nos dijeron que era difícil que viniera el santo padre, porque los guasmeños eran peligrosos. Pero aquí nos reunimos una delegación con los de la Armada para que apoyaran la visita”, menciona Criollo, quien revive con alegría estos recuerdos ante la proximidad de la visita del papa Francisco a Guayaquil.

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Los rumores que aseguraban que el entonces pontífice no acudiría al sector fueron desmentidos por Spagnolo cuando les aseguró que él acababa de invitarlo, cuenta.

“Vinieron con contenedores e hicieron una plataforma para que baje del helicóptero y entró el santo padre con el monseñor Olindo y se arrodilló frente al sagrario, donde ahora está la imagen del Divino Niño”, explica Criollo.

La presencia del papa en el Guasmo expuso la realidad social en la que habitaban las familias que entonces levantaban sus rústicas casas en esta pampa, comenta Francisco Correa, de 65 años.

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“A nivel nacional todos se asombraban de que el papa fuera a nuestro barrio, después de su visita todos sabían dónde quedaba el Guasmo. Su visita ayudó a que también llegaran obras”, afirma Correa, oriundo de Azogues.

Para dicha ocasión, Correa recuerda que construyó una cruz de madera grande, en la que colocó una foto de Juan Pablo II, con la que asistió a la bendición que hiciera el ahora santo polaco.

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“Me centró para seguir al Señor, me hizo madurar ver su sencillez y humildad”, revela Luis Cabrera, de 52 años, quien en ese año formaba parte del grupo juvenil de la parroquia.

Los tres forman parte activa de la parroquia María Stella Maris. Ellos consideran un privilegio que otro llegue a la urbe, por eso prevén hacer una vigilia o romería para recibirlo. Con sus compañeros feligreses están armando grupos para acudir a la misa que Francisco dará en el Parque Samanes, el 6 de julio. (I)

Yo espero poder escribirme como una voluntaria para la visita del papa Francisco, es maravilloso poder tener el privilegio de vivir de nuevo una cita de esta magnitud religiosa.Carmen Criollo, católica.