Wang luce desde este miércoles un nuevo distintivo en su taxi que no pasa desapercibido: un ribete amarillo. Es su forma de decir a los familiares de los desaparecidos en el naufragio de un barco en el río Yangtsé. La carrera les saldrá gratis.

Este taxista es sólo un ejemplo de la oleada de solidaridad que se vive en Jianli, una ciudad de unos 200.000 habitantes que está experimentando de cerca la que podría ser la peor tragedia fluvial de la historia de China.

Sus ciudadanos nunca se imaginaron que una de las populares embarcaciones turísticas que recorren el río Yangtsé, a las que llevan años viendo pasar, naufragaría a su paso por Jianli, y su reacción está resultando ejemplar.

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"Quiero mostrarle todo mi cariño a las familias", afirma acerca de su ribete amarillo Wang Liming, derrochando amabilidad y ofreciendo también a periodistas de medios de comunicación como Efe transporte gratis por la ciudad.

Wang, no obstante, no fue el creador de esta iniciativa a la que, en cuestión de un día, ya se han sumado múltiples taxistas y vehículos particulares: Al conocer el siniestro, un numeroso grupo de ciudadanos acudió a la radio de la ciudad para que les ayudaran a iniciar y difundir una campaña solidaria con los visitantes que estaban por venir.

Lo que se produjo fue sólo el comienzo del enorme apoyo que se empezaría a brindar a los allegados de los más de 400 pasajeros que siguen desaparecidos tras el naufragio, mientras la cifra de muertos se elevó hoy a 26 y la de rescatados se mantiene en 14.

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"El accidente es el peor que vive la gente de Jianli", explica a Efe un funcionario apellidado Zhang que se ha presentado como voluntario para un programa impulsado por el Gobierno de la urbe, en el que se designa a un local como "guía" de tres familias de afectados.

Según cuenta Zhang, deben encargarse del alojamiento, transporte y comida de los visitantes.

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No es poca ayuda tratándose de una ciudad en la que, en cuestión de un día, todos los hoteles están al completo por la cantidad de personas que han llegado desde distintas partes del país, entre políticos, equipos de rescate o periodistas.

Algunos de estos centros hoteleros ya tenían guardadas habitaciones para la posible llegada de familiares sin que hubieran llamado previamente, una medida inusual en un país como China, donde una reserva de hotel puede ser cancelada de manera arbitraria sin aviso ninguno, incluso si se ha pagado un adelanto.

El coste del alojamiento, además, corre a cargo o bien del Gobierno local o bien del propio hotel, para que los llegados de ciudades como Shanghái no tengan que preocuparse por el coste de sus noches en vela esperando noticias.

Hay también quien se ha preocupado por los miles de policías, bomberos o militares que tratan todavía de encontrar a personas con vida en el barco hundido hace ya más de 48 horas.

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Son voluntarios, ciudadanos que no han dudado en prestar su ayuda e, incluso, una renombrada empresaria hotelera, Hu Guixia.

"Pensé en alguna manera de ayudar y la comida siempre es clave en estas situaciones", comenta Hu a Efe, después de haber encargado centenares de cajas de alimentos para los equipos de rescate y haberlas entregado en el lugar del accidente a coste cero.

La empresaria piensa volver a hacer lo mismo mañana, y al día siguiente, el tiempo que se necesite para que los equipos sigan trabajando y que los familiares no pierdan la esperanza.(I)