El psiquiatra Óscar Bonilla atendía a su último paciente cuando a las ocho de la noche del martes 18 de febrero de 1986 su secretaria le pasó la llamada del jefe del Servicio de Investigación Criminal (SIC) del Guayas, Hólguer Santana. “Necesitamos que nos ayude en el caso del violador asesino que usted debe conocer por la prensa”, le dijo Santana y al día siguiente se reunieron.

Por la experiencia de haber trabajado en la Penitenciaría del Litoral, Bonilla le describió a Santana el perfil de Daniel Camargo Barbosa: “Un violador criminal es de inteligencia media hacia abajo, pero en este caso particular, me parece que tiene una inteligencia superior. Son solitarios y marginados, no buscan relacionarse con otras personas porque esta actitud no les importa ni les conviene; es posible que viva de un subempleo o una pensión que le permita subsistir. Tal vez duerma en las calles o en los parques, puesto que nuestro clima así lo permite y no descarto que padezca una lesión orgánica en el lóbulo temporal no dominante del cerebro, lo que explicaría su ferocidad criminal”.

Una vez que se vinculó a la investigación, ¿cómo se organizó la captura?

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Les pedí a los coroneles que me acompañaran para solicitar a la prensa y a los canales de televisión que salga al día siguiente una reseña con fotografías que no se parezcan al sospechoso y que se diga que los violadores y asesinos habían sido identificados. Queríamos ver si es que todavía estaba en el Ecuador, y que él no se sintiera identificado, para que no huya y pueda atrapárselo.

¿Se lo quería despistar, porque él estaba prevenido?

Porque un policía que buscaba a violadores y asesinos en motos hacía rondas por la vía a Daule, donde se habían hallado cadáveres, se lo había encontrado y lo había detenido para investigarlo, pero Camargo lo convenció de que era un hombre inocente.

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Una vez detenido, ¿cómo se logró su confesión?

Yo lo entrevistaba siempre delante de los coroneles y de la Policía, pero él quería manipular la situación hasta que la presión psicológica hizo que el individuo, después de veinte horas, diga sí, yo soy Daniel Camargo Barbosa. Había que decirle diez y hasta quince veces la pregunta de diferentes maneras para que él responda. Fue un caso único en la criminología del país.

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¿Le explicó su modo de actuar con sus víctimas?

Yo estaba analizando la ferocidad criminal, cómo apuñalaba, el horror de los horrores. Cómo se distorsionó tanto esta mentalidad para ser tan feroz y cruel, en Ecuador tuvo en 14 meses 71 víctimas.

Él abordaba a las jóvenes y les ofrecía dinero para que lo ayudaran a encontrar una dirección, ¿de dónde sacaba el dinero?

Él siempre trabaja como vendedor ambulante, de plumas, tarjetas, él ganaba lo suficiente para vivir, pero no para capitalizarse. También le robaba a sus víctimas.

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¿Qué aprendizaje cree que deja este caso a la sociedad?

El aprendizaje mayor está en cómo deben tratar a los niños, cómo deben cuidarlos. El primer trauma para Camargo fue no haber conocido a su madre y después el castigo que recibía de su madrastra, que le vestía de mujer..., tanto así que en el juicio Camargo hace su defensa y dice ‘quien debería estar aquí, en el sillón de los acusados, no soy yo, sino mi madrastra, porque ella me produjo la mayor parte de traumas’.

Él se quejó alguna vez de que en Colombia no le ayudaron a rehabilitarse. ¿Era posible?

En los psicópatas no hay rehabilitación, tienen una forma genética de ser psicópatas. Considero que debe haber reclusión definitiva. Todo ser humano es producto de herencia y de medio ambiente, pero el psicópata nace con ese rasgo genético.

Algunos dudaban de que Camargo actuara solo, creían que integraba una banda que operaba en aquella época.

Había un pánico generalizado y como había al mismo tiempo grupos de violadores, no asesinos, que se llevaban a las chicas a la fuerza para violarlas, pero no las mataban, entonces el problema era mayor. Viejo patuleco y feo le decían, pero ellos no analizaban su nivel de inteligencia y de experto en manipulación. (I)

El aprendizaje mayor está en cómo tratar a los niños. El primer trauma para Camargo fue no haber conocido a su madre y después el castigo de su madrastra”. Óscar Bonilla, psiquiatra