Con un pequeño pincel que sumergía en una tarrina llena de pintura, Maoli, de 11 años, coloreaba el techo de una casa dibujada en un extremo de un lienzo. Del otro lado, Edwin, de 16, daba los retoques con pintura a tres niños que caminaban agarrados de la mano en medio de los árboles, cerca al estero.

La escena se pintaba a 100 metros donde el 27 de marzo pasado se produjo el desalojo de 47 viviendas de la cooperativa Mélida Toral, en la isla Trinitaria. El pintor Luiggi Raffo indicó que el lienzo, coloreado por 10 chicos, simbolizaba el derecho a la vivienda y la integración de la comunidad.

Esta actividad empezó a las 10:30 como parte del festival cultural ‘Somos Casa, Somos Comunidad’ que impulsó el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, con otras agrupaciones.

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Allí estuvieron algunas de las familias desalojadas. Johanna Simisterra, madre de dos niños, estaba en una esquina observando las danzas del grupo Afro Mestizo Candente.

“Esto entretiene un rato, pero lo que pasó (el desalojo) no se olvida”, dijo la mujer, que por falta de recursos no ha podido financiar la entrada para las casas ofrecidas por el Ministerio de Vivienda en Monte Sinaí.

“Trinitaria en paz, no me botes a la calle, déjame en paz...”, se escuchó entre una de las canciones de la Orquesta Juvenil Colombo Ecuatoriana. Mientras los sonidos salseros se reproducían, otro grupo de desalojados reafirmaba sus aspiraciones de ser ubicados en una zona cercana.

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Carlos Suárez indicó que quisieran que se los considere dentro de un proyecto cerca de terrenos de Trinipuerto. “Nosotros tenemos niños estudiando en la zona”, señaló.

Para Billy Navarrete, del comité de los Derechos Humanos, el desalojo no solo deja a gente desamparada, sino que ello impacta en la integración.

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Al área también llegó un grupo de estudiantes de la Universidad de Guayaquil para recopilar información. Nelson Carofilis, docente, dijo que ellos pretenden presentar una propuesta para el área de desalojo. (I)