El exasesor de la Corte Constitucional, Stalin Raza, indicó este viernes que el poder no es el Estado, sino que el Estado es un instrumento o medio. Además, que ese problema de diferenciar los términos mencionados se establece cuando sustancializamos al Estado y se lo convierte en fin en sí mismo.

“El poder radica en el pueblo, el pueblo es diverso por eso un diseño institucional que tiene que representar tanto a las mayorías como a las minorías (...) es necesario que ese equilibro se represente en el poder Legislativo que contrapese al Ejecutivo, y en el poder Judicial, que a su vez controla al Ejecutivo y Legislativo que son órganos mayoritarios”, dijo en una entrevista en Ecuavisa.

El pasado 13 de mayo, la segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Marcela Aguiñaga, en el mismo espacio televisivo, afirmó que quien está gobernando el Ecuador es Alianza País (AP), “somos nosotros quienes estamos en el poder y aquí no hay divisiones de poder, aquí hay funciones distintas (...)”, citó.

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Mientras que el presidente Rafael Correa en el enlace 424 sostuvo, “si en ciencias políticas modernas se reconoce que el poder del Estado es solo uno y lo que tiene es diferentes funciones y deberes de independencia de funciones, pero un solo poder, el poder del Estado”.

Raza indicó que un diseño de poder único asociado al Estado significa desconocer que la soberanía y el poder radica en el pueblo; considera que hay que identificar los términos, pueblo, soberanía, Estado y funciones, y así asumir una noción de democracia que tiende a ver el poder como una unidad.

Manifestó que cuando se hace una confusión de la teoría constitucional que viene de 250 años, entonces se puede asociar que el sistema de frenos y contrapeso, que en este momento es insuficiente, representa una regresión al sistema de poder único, el que a su vez fue superado por la República.

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En ese contexto, explica “que si verdaderamente queremos ser revolucionarios lo que tenemos es que superar las nociones de la República hacia los de democracia deliberativa y de democracia directa, pero cuando se coarta la posibilidad de que la ciudadanía por ejemplo opine sobre las reformas constitucionales, entonces no estamos en una etapa de superación sino de retroceso".

Raza señaló que un modelo de República es el que ha optado nuestra Constitución, pero no un modelo a lo Montesquieu, sino un modelo que además tiene una noción de democracia directa y deliberativa; esto implica que las funciones del Estado, los poderes del Estado a más de controlarse mutuamente, tienen que incorporar en sus decisiones amplia participación ciudadana y deliberación democrática plural. (I)