La céntrica esquina de Juan Montalvo y Seminario es el sitio de trabajo de Luis Buenaño Sánchez, de 67 años. Ahí, al costado de la escuela Victoria Macías y a una cuadra del Municipio, ubica hace 35 años su carreta de madera, donde ofrece papayas, melones, piñas, sandías, badeas, incluso fruta de pan y huevos criollos.

Lo más apetecido de su oferta es la ensalada de frutas, que vende en vasos a $ 0,30. Despacha entre 70 y 80 vasos al día y entre sus clientes, por la cercanía de su negocio, figuran los alcaldes milagreños.

El sexagenario no hace mucho esfuerzo para nombrarlos. “Chicho (Humberto) Centanaro, Tomás Dávila, Líster Andrade, Iván Coello, Jacobo Bucaram y el Paco (Francisco) Asan”, enumera.

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Asegura que la actual alcaldesa Denisse Robles probó su preparado en alguna ocasión. “Sí, ellos (Robles y demás funcionarios municipales) vienen aquí cerca, al Café Criollo”.

A sus clientes no les niega el crédito. Lo conocen como Juan Pancho. Aquel es un apodo que le endilgaron de muchacho, refiere. “Ese era un jugador de Macará (Juan Pancho Pérez)”.

Su ensalada de frutas no es dulce, o no tanto. Juan Pancho asegura que es natural, con un sabor no comparable a la que ofrecen otros fruteros milagreños a $ 0,50 el vaso.

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Vive en la ciudadela Rosa María y madruga a diario para estar a las 04:30 en el mercado Colón, donde compra las frutas. Una hora después ya está en la céntrica esquina.

No ofrece frutas en rodajas porque no dispone de un mostrador adecuado. Pero si le piden “para llevar, está presto para pelarlas y hacerlas tajadas.

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Niega que en la ensalada use fruta muy madura. “No, porque se abomba el jugo”, comenta Juan Pancho, quien a las 15:00, ya con cerca de 80 vasos vendidos, deja la esquina milagreña en la que lleva más de tres décadas de trabajo. (I)