Birmania anunció este sábado que expulsará a Bangladés a más de 200 migrantes rescatados esta semana frente a sus costas, mientras el secretario general de la ONU llamaba a los países del sureste asiático a salvar las vidas de los que siguen perdidos en el mar.

Esos 208 migrantes, que fueron descubiertos hacinados en un barco de madera, llevan desde el viernes en la ciudad birmana de Maungdaw, puerto de partida de numerosos habitantes locales que intentan huir de Birmania.

"Les proveemos una asistencia humanitaria. Después de eso, los reenviaremos a su país", declaró a la AFP Zaw Htay, portavoz de la presidencia birmana, asegurando que ya estaba "en contacto con los guardias fronterizos de Bangladés".

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Los guardacostas bangladesíes afirmaron que un equipo suyo irá pronto a Birmania. "Nuestro comandante irá allá, y el proceso debería durar dos o tres días", declaró a la AFP Abu Russell Siddiki, un portavoz en el puesto fronterizo de Teknaf.

Una fuente autorizada precisó que Bangladesh quiere asegurarse de que Birmania no expulsará a rohingyas, una comunidad musulmana marginada por las autoridades birmanas.

Su barco, remolcado el viernes, fue el primero rescatado por las autoridades birmanas desde que estalló la crisis, revelada por un endurecimiento de la política de Tailandia, país de tránsito.

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Birmania, donde hay un auge del nacionalismo budista antimusulmán, está en el corazón de este problema regional porque muchos de los migrantes que se lanzan al mar pertenecen a la minoría musulmana de los rohingyas de ese país. El otro país de donde salen los migrantes es el vecino Bangladés.

Según la ONU, miles de migrantes procedentes de Birmania y de Bangladés están bloqueados en el mar en el golfo de Bengala cuando se acerca la temporada de los monzones.

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Varios países del sureste asiático flexibilizaron su política esta semana debido a la presión internacional. Malasia e Indonesia, por ejemplo, dejaron de rechazar barcos de migrantes.

Ambos Estados y Tailandia acogieron a más de 3.500 migrantes aunque, al igual que Birmania, insistieron en que esa medida es temporal, a la espera de trasladarlos a un país tercero.

La decisión de remolcar el barco con los 208 migrantes suscitó la cólera de los nacionalistas budistas extremistas.

El más virulento, el monje Wirathu, conocido por sus diatribas antimusulmanas, denunció en su página de Facebook una acogida provocada por "la presión internacional". "Si socorremos a esa gente, vendrá el peligro", añadió.

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Llamado de la ONU

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de visita en Hanói, llamó a los países de la región a proseguir sus esfuerzos para detener la crisis.

"Cuando la gente está a la deriva en el mar, la primera prioridad es ir a buscarlos, rescatarlos y proporcionarles ayuda humanitaria", declaró ante la prensa.

Ban expresó su esperanza de que los países de la región ataquen "las raíces" del éxodo de los rohingyas en Birmania y de los bangladesíes que huyen de la miseria, durante una conferencia regional prevista el 19 de mayo en Tailandia.

Pero Birmania no da señales de querer reconocer o mejorar las condiciones de la minoría rohingya para poner fin a su éxodo, un tema casi tabú en el país. Incluso la opositora Aung San Suu Kyi no se ha expresado sobre esa cuestión desde el inicio de la crisis migratoria.

Los rohingyas de Birmania, una comunidad de unos 1,3 millones de personas, son apátridas y carecen de derechos. Las autoridades birmanas los ven como inmigrantes ilegales bangladesíes, incluso los que llevan varias generaciones instalados en el país.

El éxodo de migrantes de Birmania y Bangladés hacia Malasia e Indonesia, a través de Tailandia, comenzó hace años. Pero el fenómeno ha empeorado desde mayo con la desorganización de las filiales clandestinas después de que Tailandia endureciera su política represiva.  (I)