La unidad familiar y la atención a cada una de las situaciones de sus hijos, pese a las arduas jornadas de trabajo que enfrentan, prevalece en los hogares de tres madres que narran sus vivencias y que hoy celebran su día.

‘O vamos todos o no va ninguno’, lema de la mamá de quintillizos

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Sandra Ochoa - Cuenca

El mejor Día de la Madre para Narcisa Guamán fue hace 16 años, cuando nacieron sus quintillizos ahora adolescentes: Diana Narcisa, Pablo Vicente, Gloria del Cisne, Eddy Ronaldo y Miriam del Rocío.

Ellos y el esposo y padre, Vicente Chapa, viven en la pequeña casa que adecuaron hace seis años en El Valle, a 7 km de Cuenca. Los jóvenes la llaman Rancho Verde. Según Diana Narcisa, la mayor, para ellos el verde representa la alegría y la esperanza con la que sus padres los criaron, trabajando desde las 04:00 hasta la noche.

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Ahora, estos hijos acompañan a sus padres en las jornadas que inician a las 05:00, de lunes a sábado, de recolectar plumas de gallinas que luego entregan en cantones para que usen como abono. Narcisa Guamán también cría pollos para vender los domingos en la feria de Nabón, a 70 km. Viaja con su esposo y sus hijos. “Nuestro lema siempre ha sido o vamos todos o no va ninguno”, dice.

Gloria se encarga de la vaca y de ordeñarla; Miriam prepara los recipientes para recoger las plumas; Diana realiza con su mamá los quehaceres de la casa y los varones crían los chanchos. “De eso vivimos ahora, de nuestros animalitos y como ya hay más manos útiles el trabajo no pesa tanto”, indica sonriendo la mamá de los quintillizos.

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Las hijas están en primero de bachillerato y los varones en cuarto de básica. Quieren ser pediatras o veterinarios. “Tienen buenas notas, mis hijas pasan de 9 sobre 10 y los chicos no bajan de 7”, expresa la madre.

El regalo que esta mamá hoy recibirá serán abrazos, besos y el pedido de que descanse. “Hoy queremos que sepas que estamos agradecidos por darnos la vida, cuidarnos con amor, enseñarnos a trabajar. Te queremos mamá”, le dice Miriam.

‘Lo importante, que estén a mi lado y les dé bendiciones’

Wilson Pinto - Ambato 

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María Elena Pantoja, de 43 años, desde hace ocho vende productos agrícolas en un puesto de la plaza Primero de Mayo. Antes de obtener este local durante 20 años lo hacía recorriendo las calles de Ambato, vendiendo maduros.

Trabaja desde los 15 años de edad, cuando se comprometió y ahora tiene seis hijos, la última de dos meses de nacida.

Expresa que siempre ha buscado la manera de obtener los alimentos y otros requerimientos de sus hijos para que ellos puedan concretar sus aspiraciones.

Detalla que la actividad que efectúa es sacrificada porque todos los días tiene que estar por lo menos a las 05:00 recogiendo la carga de lo que debe vender en su puesto.

Los lunes sus labores para comercializar los productos en este establecimiento se prolongan hasta las 22:00. Este es el principal día de feria en Ambato, el resto de la semana trabaja hasta las 19:00.

Manifiesta que el Día de las Madres lo celebra con sus hijos compartiendo un pollo. “Cuando tienen me dan alguna cosita, un regalo, pero el otro año, por ejemplo, que estuvo bien bajo el negocio solo hicimos una sopita, pero lo importante es que ellos están a mi lado y les puedo dar mis bendiciones”, expresa a la vez que es evidente sus intentos por evitar llorar.

Mientras acomoda sus productos en su puesto del mercado, Pantoja recomienda a otras familias que lo más agradable en el Día de las Madres es pasar con todos los integrantes del hogar y demostrar el afecto y el cariño que le tienen a cada madre, al igual que ella recibe de sus hijos.

‘Solo supe que por mis hijos debía levantar cabeza’

Winston Rosales - Santa Elena 

Zoila Borbor, de 42 años, de la comuna Montañita, tras la muerte de su esposo hace casi dos años asume todas las responsabilidades de su familia que la integran ella, sus siete hijos y nietos.

En su hogar ella inicia sus jornadas desde las 05:30. Tiene dos actividades: en un restaurante y la limpieza en la casa comunal de Montañita.

“Yo no sabía qué hacer, solo supe que por mis hijos debía levantar cabeza”, indica.

El hijo mayor, de 20 años, continúa con la venta de cocteles que dejó su padre. Los otros estudian y el gasto de pasajes para ir a clases representa aproximadamente $ 10 cada día. Indica que pese a las dificultades, el legado que dejará a sus hijos será la educación que reciben.

Dice que uno de los momentos clave de una madre cuando está con los hijos, tras haber perdido a su esposo, es cuando se requiere carácter fuerte. “Son los momentos en los que es necesaria la figura paternal, pero como no está he aprendido a ser padre y madre”. (I)