El centro de Guayaquil está entre las zonas más vulnerables ante temblores fuertes, aseguran técnicos en sismología, que señalan como condicionantes a la vetustez y deficiente estructura antisísmica de las viviendas de construcción mixta.

El martes pasado, un remezón de 5,8 grados en la escala de Richter, con epicentro en La Puntilla, Samborondón, alarmó a miles de ecuatorianos.

Los reportes de daños estructurales fueron mínimos. El Ecu-911 Samborondón reportó en Guayaquil cinco incidentes: un padre y su hijo heridos por vidrios, derrumbe de tres paredes y caída de cableado.

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Más afectación hubo el lunes 18 de agosto de 1980. A las 10:08, un temblor con epicentro en Babahoyo, de intensidad moderada de acuerdo con la escala de Mercalli, dejó siete muertos, unos 100 heridos y afectó la estructura de al menos 42 casas.

Diario EL UNIVERSO reportó daños en 6 de Marzo y C. Ballén, 10 de Agosto y José de Antepara, Gómez Rendón y García Moreno, entre otros puntos.

Jaime Argudo, especialista que en 1998 participó en el proyecto Radius, que buscó determinar los daños posibles en la urbe durante un escenario sísmico, estimó que en la zona céntrica pueden haber más de 1.000 viviendas. La mayor parte de esas casas, según Argudo, tendría más de 70 años.

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“La estructura del tejido urbano de Guayaquil no ha cambiado en esa zona (del centro) significativamente, lo que ha cambiado en el Guayaquil metropolitano es el desarrollo urbano muy al norte”, comenta.

Xavier Vera Grunauer, ingeniero especializado en sismos, afirma que el tipo de suelo modifica la intensidad del sismo. “En una zona rocosa, donde el suelo es un poco más duro, la actividad sísmica se sentirá con menor intensidad que en un suelo arcilloso blando profundo, explica Vera.

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Indica que el centro y sur de la ciudad, el terreno es arcilloso blando profundo, “lo que hace que las ondas sísmicas se amplifiquen y la intensidad sísmica sea sentida por la población”.

De acuerdo con Vera, el suelo es duro en la vía a la costa y en consecuencia hay “menos amplificación”.

El técnico hace énfasis en la vigencia de la norma ecuatoriana de la construcción. Resume que hospitales, estadios, municipios, cuerpos de bomberos, entre otros, deben evaluar el riesgo sísmico y cómo se comportará la estructura en función de la nueva demanda sísmica indicada en la norma. De ser necesario, agrega, deben diseñarse reforzamientos.

Faustino Coronel, de 64 años, asegura que volvió a nacer luego de la caída sobre su cama de una pared, en avenida del Ejército y Bolivia, durante el reciente remezón, registrado a las 06:20, cuando desayunaban él y su esposa Cecilia Ramírez. Ayer la pareja buscaba un albañil.

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En Rumichaca y Colón se desprendió parte de una pared, lo que destrozó el techado de un local comercial. La reparación, a coste del dueño del inmueble, fue cuestión de horas. (I)

Las estructuras del centro tienen un perfil de riesgo más vulnerable, no se ha hecho una intervención de renovación urbana sismoresistente ”. Jaime Argudo, especialista