La librería Cervantes de los años setenta incluía la venta de discos de vinilo y el servicio de cafetería. Así fue considerada locación para un filme que rodó el reconocido cantante Enrique Guzmán y su esposa, la también mexicana Silvia Pinal. Fueron ocho días de grabación en el local que hoy suma 56 años “colaborando con la cultura del país”.

El fundador del negocio, Alfredo Torres López, samborondeño de 79 años, liga el eslogan con la importación de libros, que aportaron a la formación académica de médicos, arquitectos, ingenieros y demás profesionales. Cuenta que de Argentina traía 3.000 ejemplares de Matemáticas de Repetto, que eran utilizados en la secundaria. “Nos quedábamos hasta las diez de la noche atendiendo los pedidos de provincia”, relata.

Diplomas y certificados entregados por entidades educativas y empresariales, que exhibe en su librería, en Aguirre y Boyacá, dan cuenta de ese aporte. Pero hoy las cosas son diferentes. El negocio, admite, se sustenta en la papelería, suministros de oficina, dibujo técnico y tarjetería.

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Reconoce que la vorágine de la importación de textos quedó en el pasado por la producción nacional alentada por la entrega gratuita de libros de parte de Cabildo y Gobierno.

Y prefiere destacar que se “manifestó” con el fío de libros a jóvenes universitarios. “Un señor vino, me golpeó la puerta y me dijo: Señor Torres, le vengo a agradecer porque por usted soy médico, si usted no me hubiese fiado los libros...”, relata como grato recuerdo.

La Escuela Superior Politécnica del Litoral, la Cámara de Comercio de Guayaquil, entre otras instituciones, reconocieron el aporte de Cervantes a la formación académica de profesionales.

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¿Por qué Cervantes? Por el escritor español Miguel de Cervantes (1547-1616), autor de la afamada obra Don Quijote de la Mancha. El espigado caballero y su inseparable amigo Sancho Panza están representados en artesanías hechas en madera y cadenas de bicicleta. Torres sostiene que fue tal su admiración que a un local de eventos llamó Dulcinea, el amor de Don Quijote.

Su hija Nuria sigue su legado. Ella gerencia la sucursal de librería Cervantes que atiende hace 19 años en el km 5,5 de la vía a Daule.

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En la matriz del centro, alborotada estos días por el inicio del periodo lectivo, Torres dirige el negocio junto con su esposa, Betty Cárdenas, con quien se casó hace 50 años.

Cervantes, conocida por años como ‘la amiga de los estudiantes’, abrió en 1959 en Vélez y Boyacá, en el centro de la ciudad. Luego pasó a Luque entre Pedro Carbo y Chile. En lo posterior atendió en Chile entre Aguirre y Luque, hasta que se quedó en su edificio actual, donde antes funcionó el hotel Victoria. (I)