Como cardenal argentino y miembro de la comunidad Jesuita, el hoy papa Francisco visitó Ecuador en 1980. En ese año vino por primera vez y visitó los seis colegios jesuitas de Portoviejo, Cuenca, Quito, Riobamba y Guayaquil.

El padre Fabricio Alaña, rector de la Unidad Educativa Javier de Guayaquil, comentó que Francisco se daba tiempo para compartir. Gustaba de las parrilladas, del mate y de mantener largas conversaciones con jóvenes jesuitas. También prefería rezar el rosario con sus estudiantes en el patio de la unidad educativa. Dice que esas vivencias las transmitieron los padres Alfonso Villalba (+) y Francisco Cortés o Paquito.

Hoy, los jesuitas se preparan a recibirlo a Francisco como papa, el segundo Pontífice en venir a Guayaquil. El primero fue Juan Pablo II, en 1985.

Publicidad

La agenda del sumo pontífice fue intensa. El 31 de enero, a las 18:15, arribó al entonces aeropuerto Simón Bolívar, procedente de Cuenca. En la mañana había estado en Latacunga. Y un día antes, en Quito.

A las 18:30, en un carro panorámico llegó al santuario de Czestochowa, en la ciudadela Acuarela del Río donde recibió los saludos de cientos de católicos apostados en la ruta hacia el templo. Por orden de autoridades locales, la jornada laboral concluyó a las 14:00 y al siguiente día hubo asueto.

A las 19:30 estuvo en la iglesia Nuestra Señora de la Alborada en un encuentro con los jóvenes y ofició una misa por los 2.000 años del nacimiento de la Virgen María. Durmió en la casa arzobispal y al siguiente día, a las 08:00, ofició una misa por los pobres en la explanada de la iglesia Stella Maris, en el Guasmo, frente a unas 50 mil personas. A las 11:00 beatificó a Mercedes de Jesús Molina, con la presencia de unos 250 mil católicos en Samanes 6, donde hoy está la cruz del papa.

Publicidad

“Yo lo vi de cerca a Juan Pablo II desde la ventana de mi casa, cuando vino a la Catedral, hace ya 30 años. Yo fui vecina del Papa Juan Pablo II, porque él durmió en el palacio arzobispal. Fue una emoción muy grande haberlo visto”, dijo Esperanza Bejarano, de Sauces. (I)