Ocho días después de la muerte de Lisbeth Cedeño Aguayo, de 12 años, a las 06:15 de ayer falleció su tío, Miguel Cedeño Apolinario, de 40.

Ambos fueron víctimas de una explosión ocurrida el pasado 21 de marzo en la casa de dos pisos donde vivían, ubicada en las calles 23 y Huancavilca, en el suroeste de Guayaquil, por la cual también resultaron heridos otros cuatro familiares.

Victoria Valdiviezo, cuñada de Miguel y abuela de Lisbeth, relató que después de la muerte de la menor toda la familia temía un igual desenlace con el resto de heridos por el estado crítico en que se encuentran.

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No obstante, guardan la esperanza de que Gregoria Apolinario, de 70 años; los hijos de esta, David y Luisa Cedeño Apolinario, de 53 y 41, respectivamente; o Daniel Bazurto, de 2 años, sobrevivan.

Pese a la angustia y desperación que atraviesan, según Valdiviezo, los deudos y allegados de los heridos esperan que las investigaciones determinen las verdaderas causas de la explosión que destruyó completamente el inmueble.

Aseguran que no están muy convencidos de que el estallido haya sido producto de la acumulación de gas licuado de petróleo, como preliminarmente se presumió.

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“Los tres cilindros de gas que habían quedado intactos, uno se llevaron los bomberos para analizarlo y los otros dos los dejaron aquí, no están ni inflados...”, sostuvo Belén García, allegada de los afectados.

Mercy Muzo, moradora del sector, también tiene dudas de la hipótesis que manejan las autoridades. “Fue un estruendo demasiado fuerte para que sea por acumulación de gases, demasiado fuerte para que destruya una casa entera y la de los vecinos. La mayoría (de vecinos) dice que olía a pólvora...”.

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Victoria Valdiviezo y sus allegados esperan que alguna autoridad los mantenga al tanto de las investigaciones, pues aseguraron desconocer, incluso, qué fiscal indaga el hecho.

“No se ha pronunciado para nada, hicieron el peritaje y dejaron a los muertos (...). Todo es politiquería”, sostuvo.(I)