El Viernes Santo fue la ocasión para que se muestre contundente el Guayaquil multifacético: el del pueblo creyente, el que le gusta divertirse, pasear en familia, comer. Aquel que aprovecha la ocasión para ganarse unos dólares con el comercio variado. Aquel que cuando tiene días libres, viaja a la playa, a otras zonas turísticas o a visitar a sus parientes en sus ciudades de origen.

Así, casi medio millón de personas estaban congregadas en la procesión del Cristo del Consuelo, en el suroeste. Allí, el arzobispo de Guayaquil, monseñor Antonio Arregui, dijo que la presencia multitudinaria demostraba que el guayaquileño es apegado a la religión católica. Mencionó que a muchos no les amilanó el intenso aguacero que la noche del jueves inundó un sector del sur de la ciudad y madrugaron a su encuentro con Dios.

En todos los puntos cardinales de la urbe, una docena de otras procesiones también convocaron a cientos de devotos, mientras otros cientos hacían cola desde la madrugada en la terminal terrestre para viajar, especialmente a Manabí y la Península de Santa Elena.

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Esto mientras cientos de viajeros salían en sus autos también hacia los balnearios de la Costa. El tráfico fluyó con normalidad en la mañana y en la tarde, por el paso gratuito del peaje. Personal de la Comisión de Tránsito del Ecuador realizó controles y algunos carros fueron regresados por llantas lisas, pasadas las 14:00.

A partir de las 10:00, una vez que culminaron los ritos religiosos, la ciudad palpitó. Los principales lugares turísticos comenzaron a recibir visitantes nacionales y extranjeros. El Parque de las Iguanas y el Malecón fueron los preferidos. También el parque acuático Coviem.

Jean Torres, procedente de Riobamba, llegó con su esposa y dos hijos hasta el parque Seminario, el de las Iguanas, en Chile y Clemente Ballén.

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“Está muy bonita la ciudad. Es la segunda vez que venimos”, comentó Julio Aguilar, quien llegó desde Zaruma, El Oro, para disfrutar del feriado junto con su familia.

Así también, los guayaquileños aprovecharon para pasear y degustar la fanesca o platos elaborados con mariscos en restaurantes de la ciudad.

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En Aquí está Marcelo’s, Franklin Fonseca, de 56 años, degustaba cebiche de camarón junto con su esposa y dos hijos. “Gracias a la bendición de Dios estamos aquí”, mencionó. (I)