Un ramillete elaborado con bambú, romero, manzanilla y una rosa sostenía entre las manos César Cedeño, quien junto con su esposa, Rosa Ayarza, tres hijos y ocho nietos, aguardaba el inicio de la procesión por Domingo de Ramos, que organizó la parroquia San Agustín.

“Es un momento de regocijo familiar y espiritual que nos permite acercarnos más a Dios. Nos olvidamos de los problemas cotidianos para manifestar nuestra fe”, expresó Cedeño, quien tiene tres años participando en ese encuentro de fe.

Más de un centenar de católicos hicieron la caminata que partió desde el Parque de la Madre, en Lorenzo de Garaycoa y Padre Solano, hasta la sede parroquial, en Luis Urdaneta y Pedro Moncayo.

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Recorridos como esos fueron replicados en prácticamente todas las parroquias eclesiásticas, como recuerdo de la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén, cuando fue aclamado como Rey y reconocido como el Hijo de Dios hecho carne.

El sacerdote Byron Moreno motivó a los católicos a recordar con alegría aquel episodio bíblico. Con los ramos se da la bienvenida al Señor, narró el padre, tras bendecir una variedad de arreglos florales.

Cantando Bendito es el que viene en el nombre el Señor, decenas de creyentes peregrinaron por unas cuatro cuadras.

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En la Bahía, el padre César Piecheinsten hablaba a los católicos afuera de la iglesia San Alejo. Los invitaba a ser el instrumento que Dios necesita para hacer su obra. Les pedía que sean servidores de Jesús y lo acompañen en el camino a la muerte y resurrección.

Aracely Torres, de 47 años, reflexionó sobre ser un mejor cristiano. “Tenemos que hacer una introspección de nosotros, ver en qué estamos fallando y cambiar para acompañar a Jesús con nuestro corazón limpio y con propósitos para ser mejores personas y cristianos”, dijo la creyente, que iba a colocar tres ramilletes en su casa.

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Los guayaquileños católicos buscaron las parroquias cercanas a sus sectores para cumplir con esta tradición. Las iglesias María Auxiliadora, en La Saiba; La Anunciación, en la Kennedy; y Nuestra Señora de la Alborada, en esa zona, fueron algunas de las que resultaron pequeñas para sus fieles.

La Catedral Santiago Apóstol, en el centro, recibió a miles de católicos durante las eucaristías, que se realizaron cada hora, desde las 07:00 hasta las 19:00.

Ahí, las bancas, sillas plásticas y hasta los pasillos estaban llenos de fieles. Yeomara Cueva junto a esposo, Jonathan Merizalde, y sus tres hijos fueron una de las familias que escucharon de pie la misa de las 11:00.

“Nos preparamos espiritualmente, con penitencias y abstinencias, para recibir las enseñanzas de su muerte y vivir la resurrección con alegría. Primero es Dios”, expresó Cueva, quien recibió la bendición de su ramo, de entre cientos, para luego llevarlo a su hogar. (I)

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Yo elegí comprar dos ramilletes de romero para mi hogar. Estoy contenta de participar en esta celebración. Hay que agradecer por un día más de vida y todo lo que nos da, el pan, el techo”.Amada Cañar Feligrés