El ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, anunció este martes que se ha encontrado una de las cajas negras del avión Airbus A320 siniestrado en los Alpes, en el que viajaban 150 personas.

Un portavoz del ministerio confirmó el hallazgo, y apuntó que la caja negra será analizada por los expertos del organismo francés de Investigación de Accidentes (BEA), que ya ha abierto una investigación al respecto.

Mientras tanto, los familiares de los 150 fallecidos comenzaron a trasladarse al lugar del siniestro en los Alpes franceses en autobuses fletados desde la zona de Cataluña.

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La mayoría de los fallecidos eran alemanes, 67, junto a 45 con apellidos españoles, un ciudadano belga y un buen número de turcos, además de otras nacionalidades que todavía no han trascendido.

La prioridad, explicó Cazeneuve, es ahora blindar la zona para facilitar el trabajo de los investigadores, que tendrán que determinar los motivos por los que, sin razón aparente y con un clima benigno, el avión perdió casi diez kilómetros de altitud en ocho minutos, sin que los pilotos emitieran en ese tiempo ninguna señal de socorro.

Por pocos kilómetros, el avión no impactó con alguna de las pequeñas aldeas alpinas que jalonan la región, lo que limita las víctimas a los 144 pasajeros, dos de ellos bebés, los dos pilotos y los cuatro asistentes de vuelo.

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Conmoción por alumnos alemanes muertos

El avión transportaba entre otros a un grupo de adolescentes alemanes que había realizado en España un intercambio estudiantil.

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Por la mañana se despidieron alegremente de sus nuevos amigos españoles. Luego tomaron un vuelo a la muerte. Dieciséis estudiantes alemanes y dos maestras volvían a su país en el Airbus que se estrelló hoy en el sur de Francia tras pasar una semana de intercambio para aprender español en Barcelona.

La noticia de la caída del avión de Germanwings corrió rápido por Haltern, una pequeña ciudad de 37.000 habitantes en donde se encuentra la escuela de los estudiantes muertos, dejando a su paso una consternación difícil de explicar.

"Es una ciudad pequeña. Muchos nos conocemos", explicó un profesor del instituto Joseph-König. "Estamos increíblemente tristes. Todos nosotros".

Los estudiantes de 15 o 16 años que regresaban de Barcelona formaban el sexto grupo que había realizado el intercambio en Llinars del Vallés, cerca de Barcelona. Devolvían así la visita que habían hecho en diciembre 12 alumnos españoles a Haltern.

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El horror de la catástrofe aérea se reflejó de inmediato en la escuela. Tras la noticia aparecieron las primeras velas sobre una tabla de tenis de mesa. Muchos alumnos con el gesto desencajado se fundieron en un abrazo. Unos lloraron y otros buscaron un consuelo difícil de encontrar. (I)