Usando la figura que consta en el artículo 182 del nuevo Código Penal, el abogado Joffre Campaña se retractó de unos comentarios que realizó, a través de Twitter, sobre una reunión del ministro del Interior, José Serrano, con otros personajes en un restaurante. El funcionario le puso un juicio por injurias.

Campaña explica cuál fue su estrategia jurídica.

¿Por qué decidió retractarse?
En este caso, actué primero como ciudadano cuando critiqué (en Twitter) una conducta del funcionario que, en mi opinión, no era adecuada. Esa crítica y posteriores intercambios de tuits merecieron una acción penal. En una segunda etapa, cuando el proceso llegó al estado de resolución, obré como abogado (yo ejercí mi defensa), cuya misión es lograr que no haya sanciones para el querellado. Y lo logré usando de forma lícita mecanismos previstos en la Ley.

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¿Por qué no dejó que el proceso penal continuara?
Porque, tal como se desarrollaba, el proceso estaba cargado de una serie de violaciones a los derechos a la defensa. Una tras otra.

¿Como cuáles?
Cuando se me cita por la querella, no se lo hace en mi domicilio sino que se montó un operativo y se me detuvo en el parque de la Kennedy, la Policía me obligó a bajar de mi vehículo para que un citador judicial me la entregue. Eso no es normal. ¿Cómo sabían que iba a pasar por ahí a cierta hora? Probablemente estaba siendo objeto de seguimiento o intervenciones telefónicas. Y hay otros hechos: ambas partes, en el término de prueba, pedimos acciones probatorias, se atendieron solo las del ministro, incluso yo las presenté primero. Se despacharon las de Serrano y las mías no. Y cuando finalmente se despacharon se me negaron las pruebas. Entonces, cuando se entiende que un proceso penal se va sustanciado así y cuando es evidente que el resultado sería una sentencia condenatoria, lo que hice, como abogado, fue encontrar una salida jurídica.

¿Pero cuál es el grave precedente en estos procesos? Que un ciudadano común y corriente, al saber que si critica a un funcionario será objeto de un proceso penal, se abstiene de hacerlo. Así se pone un velo en el escrutinio público a funcionarios y desaparece su obligación de rendir cuentas. El riesgo que existe hoy en día al opinar sobre el poder es enorme.

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¿El ministro Serrano puede decir que él ganó?
Yo he estado desde hace muchos años en luchas políticas-jurídicas desiguales. Como David y Goliat. Lo cierto es que el ministro quería sentenciarme. Yo logré que no ocurriera; en definitiva, luego de esto, yo no puedo menos que felicitar a Serrano pero decirle que perdió. (I)