Flavia Pauwels estuvo en Quito y Guayaquil, invitada por el Consejo de Regulación de la Comunicación (Cordicom), para contar la experiencia en Argentina de tener una Defensoría del Público, que tiene un solo defensor: la periodista Cynthia Otavviano, que es elegida por una Comisión Bicameral del Parlamento e “independiente del Poder Ejecutivo”.

Desde la experiencia en Argentina, ¿qué le hace diferente al defensor de audiencias?
Es elegido por el Parlamento. Y se ubica a la Defensoría del Público como un ente autónomo, pero que rinde cuentas al Parlamento, por lo que su labor es evaluada por distintas miradas.

En Ecuador, la Ley de Comunicación obliga a que estos actores sean elegidos por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, y su salario se paga a través de la Superintendencia de Comunicación. ¿Cómo garantizar su independencia?
Con participación. Su independencia se verá en los hechos. Y no depende solo del defensor, sino de que existan las condiciones para que sea independiente; me refiero a que su función sea respetada por el medio de comunicación y los organismos públicos.

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Usted habla de que estos dos sectores deben respetar las funciones. Pero en ocasiones, el presidente Rafael Correa reclama por algo que cree afectó derechos y los órganos de control actúan de inmediato.
Las defensorías tendrían que ser las primeras instancias en evaluar sea quien sea el afectado: el presidente o un ciudadano. Hay que darles espacios, tiempo para que hagan su evaluación.

¿De qué prejuicios debe liberarse un defensor?
No debe ser un censor. Tiene que ser alguien que tenga empatía y la credibilidad de los periodistas. Debe tener la capacidad de generar diálogos. Esta figura debe ser una construcción colectiva. (I)