Un grupo de comuneros de Engabao se volcó ayer en contra de una pared prefabricada, una especie de muralla de alrededor de 800 metros de longitud, con el propósito de tumbarla.

La turba remeció un tramo de 20 metros de la pared a pulso limpio. En segundos, lo que los comuneros llamaban el muro de Berlín, cayó fácilmente.

“Ese es el poder del pueblo. ¡Viva Engabao, carajo!”, gritaron los comuneros, que mantienen una disputa de tierras con dos empresas que aseguran haber comprado terrenos, litis que se ventila en lo judicial, pero ayer pasó a la toma de tierras por la fuerza.

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Los engabadeños se declararon en resistencia. Julio Villón, uno de los líderes de la jornada, dijo que la comunidad está cansada de que gente ajena al sector invada solares ancestrales. “Nuestros balseros (pescadores) viven hoy día con temor y zozobra de no pasar por donde se encuentran los terratenientes armados y equipados dentro de nuestro territorio”, mencionó el dirigente.

Desde las 07:00 se adentraron en terrenos en litigio identificados como haciendas Las Merceditas 1 y 2, de 174 y 228 hectáreas, en su orden, ubicados en el sector de Puerto Engabao.

La compañía Vimare, ligada al empresario Álvaro Noboa, se reputa la supuesta propiedad de esos predios.

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Hubo enfrentamientos a piedra con quienes permanecían como guardianes. La muchedumbre enardecida los expulsó de las viviendas prefabricadas.

Cinco estructuras fueron quemadas. “Somos comuneros ancestrales y ya tres veces seguidas los invasores vienen e invaden nuestra tierra”, justificó Bernardo Díaz.

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Algunas casas exhibían letreros con la palabra Vimare.

En el mismo sector de las haciendas Las Merceditas 1 y 2, la firma Campibo, ligada al empresario Fabricio Correa, también afirma ser la dueña de al menos 336 hectáreas.

Emilio Chong, quien se identificó como comunero, contó que a raíz de que se levantó la muralla los pescadores artesanales no pueden cruzar hacia un estero donde acudían a coger camarón.

En esa zona fueron quemadas otras dos viviendas de caña que estaban vacías. Uno de los tres celadores sacó una tablet y empezó a grabar el suceso.

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Los comuneros se percataron del hecho y en grupo corrieron a enfrentarse con los hombres. Hubo intercambio de palazos, pero al ver la mayoría, los guardianes declinaron y se fueron.

Villón refirió que paralizarán sus actividades hasta que el Ministerio de Agricultura resuelva el conflicto.

El Juzgado de Playas dirime instancias del litigio.

Este Diario buscó la versión de Vimare. Luego de un intento telefónico se envió un correo, que no fue contestado hasta el cierre de esta edición.

Fabricio Correa, de Campibo, subrayó, entre otros aspectos, que había demandado al Juzgado la paralización del muro. Señaló que hubo una inspección el 13 de febrero y que mañana se prevé un peritaje. (I)

800
Metros de longitud tiene pared divisoria al filo del mar.