Dolor y consternación se sintió la mañana de ayer en la iglesia San José de El Inca, en el norte de Quito, durante el funeral de Jorge Matías, de 2 años, quien murió luego de ser atacado por una perra de raza pitbull el pasado sábado.

La iglesia se llenó de familiares, amigos y vecinos de la víctima. Al final de la homilía el padre del niño apenas pudo pronunciar palabras: “Dame fuerzas para superarlo, hijo mío, no te olvidaré”.

Luego, el hombre estalló en llanto, solo, sin nadie a su alrededor. En esos momentos un grupo de músicos compuesto por vecinos del barrio pidió interpretar dos canciones.

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Entonces entonaron un pasillo en el que su estribillo lloraba la partida de un hijo: “Se va, se va, se va mi hijo”, cantaron algunos a viva voz.

El ataúd del pequeño Jorge Matías, blanco satinado, estaba adornado por una cruz barroca color dorado. Y a sus pies un sencillo ramo de rosas blancas que había colocado su familia.

Más afectados, los abuelos del infante mostraban incapacidad, incluso, para caminar.

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Nadie quiso pronunciarse sobre el ataque del perro, ni de las investigaciones que hacen las autoridades. Los padres ya afirmaron que se trató de un accidente por aceptar cuidar la mascota de un familiar. (I)