El amarillo, azul y rojo son los colores que predominan en la entrada del local Pike y repike, en la séptima etapa de la Alborada, en el norte de Guayaquil. En el sitio, hay una bandera que se encuentra debajo de una vitrina de vidrio, en la que se destaca la palabra Colombia.

Esa es la patria de Nancy Cumbe, quien mantiene este local que se especializa en la venta exclusiva de piqueos del vecino país. En sus preparaciones destaca la sazón colombiana, pese a que los ingredientes usados se encuentran en el mercado nacional como la harina de maíz blanco, necesaria para las arepas que las sirve rellenas con carne, pollo, queso o chicharrón.

Empanadas, chorizos rellenos y patacón pisao son varios de los bocados que se ofrecen en este local, que se ubica en la manzana 738, por la calle de ingreso a la clínica Alborada. Dependiendo del piqueo, los precios oscilan entre $ 1 y $ 5.

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Cumbe llegó a Ecuador hace más de 30 años, aunque viaja con frecuencia a su natal Cali a visitar a su familia. Allá todavía posee dos viviendas, dice.

Su eslogan ‘Cositas ricas colombianas’ llama la atención de los transeúntes, que llegan, en su mayoría, para degustar las arepas.

“Tuvimos un negocio en la tercera etapa (de la Alborada) hace unos dieciocho años. Lo tuvimos como tres años y todos los viernes y sábados iba una orquesta de vallenato”, recuerda Cumbe, dueña de una mueblería en la misma ciudadela.

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En ese local vendían bandeja paisa, sobrebarriga (corte de res cocinado en una olla de presión con vegetales y especias) y tamales. También ofrecían aguardiente colombiano que, por las dificultades de la importación, ya no lo traen.

El patacón pisao, otro de los platos muy solicitados, tiene dos barraganetes tostados que en medio llevan carne, pollo y queso. Cuesta $ 2,50. Pero una de sus especialidades es la lechona tolimense, plato de arroz con arveja y lechón acompañado con una arepa que se puede comprar a $ 5. La bebida que ofrecen es la aguapanela, panela con limón.

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Su hijo, Octavio Lascano, nacido en Ecuador, es el encargado de administrar el negocio y preparar los platos que se exhiben en una vitrina.

“Yo amo a Ecuador porque tengo a mis hijos, yo quiero a Ecuador porque es mi segunda tierra”, recalca Cumbe, mientras atiende con amabilidad a su clientela.

Al estar en contacto diario con los comensales, de 16:00 a 24:00, Cumbe percibe que el guayaquileño es muy amable, hogareño y hospitalario. (I)