Eran las 08:00 del pasado 7 de febrero y una fuerte lluvia caía a esa hora en el sector Manabí Chiquito, del cantón Urdaneta, en Los Ríos, cuando Kléber Reina, un agricultor de 62 años, empezó a ver cómo poco a poco su casa, ubicada cerca del río Catarama, se inundaba. “El agua llegó a la altura de las ventanas”, expresa.

A consecuencia de ello, Reina con su familia y otras 12 más, 40 personas en total, tuvieron que abandonar sus viviendas debido a que varias de ellas quedaron sin paredes. Reina cree que “si esto sucedía por la madrugada el río llevaba a las 40 personas dormidas”.

Mercedes de Mera, otra de las afectadas, narra que lo primero que hizo fue sacar a sus dos niños y que sus colchones, nevera, cocina y otros enseres se destruyeron, pero para ella y los otros damnificados esta no es la primera vez que pasan por esta experiencia.

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En el albergue en el que se encuentran, en cada aula duermen de dos a tres familias, se comparten las raciones de alimentos y manifiestan que por las noches es difícil dormir por el calor y los insectos.

Por ello, piden a las autoridades una solución definitiva, proponen que se construya un muro o que se los reubique en un sitio seguro para no perderlo todo nuevamente.

Para conocer los trabajos que se han realizado en cuanto a estos inconvenientes y cuál es el plan preventivo para este año, EL UNIVERSO realizó varias llamadas al alcalde del cantón, Emilio Subía, quien cumple su tercer periodo de administración, pero no atendió el requerimiento. Su asesor, Guillermo Herrera, indicó que Subía tenía varias ocupaciones que no le permitían brindar la entrevista.

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La edil Rina Canto, de AP, indica que el municipio está trabajando con muros de contención, piedra y escolleras, pero que es necesario que también las personas que habitan en las riberas del río hagan conciencia del peligro que representa construir en esos sitios.  “En el 2008 Ricaurte (parroquia de Urdaneta) se convirtió en una Venecia, esperamos que este año no suceda lo mismo”.

Gonzalo Aguilar, director de Obras Públicas del Municipio de Urdaneta, señaló que en Manabí Chiquito se hicieron estudios que por falta de tiempo y recursos no se pudieron definir. Explica que el sistema de alcantarillado está colapsado.

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El problema en Urdaneta es evidente tanto en el área rural como en la urbana. Sacos de arena rodean la iglesia central del cantón porque cuando llueve el agua ingresa al lugar. El año anterior, incluso, cubrió las bancas que se encuentran dentro del sitio.

Desde la pequeña ventana de una tienda de abastos, Victoria Villamarín comenta que le preocupa la falta de atención a este “grave problema” por parte de las autoridades. Relata que cuando se inundan las calles debe dejar encargados a sus hijos porque teme que se enfermen si los lleva a su negocio.

Añade que esto, además, perjudica su economía porque bajan las ventas. “Esta historia se repite todos los años en una menor o mayor magnitud,  pero es un cuento sin fin”.

Alfonso Rosero, concejal de Alianza PAIS (AP), indica que lo que ocurre en Urdaneta “es una calamidad de todos los años”. Sostiene que falta una draga y que existe un proyecto de control de inundaciones, aguas lluvias y alcantarillado sanitario de un costo de $ 13 millones, pero que un endeudamiento con el Banco del Estado no ha permitido que se concrete.

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“El sistema de alcantarillado tiene alrededor de 60 años, es completamente obsoleto. Este es el cantón más afectado de la provincia. Se necesita de la ayuda del Gobierno nacional para poder realizar el proyecto que evite nuevas inundaciones”, afirma Rosero.

Según Fabricio Villamar, habitante de Urdaneta, hay “conformismo” en los habitantes quienes, para él, “se han acostumbrado a vivir así”. “Se conforman con que las autoridades regalen algo cada invierno cuando se desborda el río”. (I)