Álex Álvarez reposaba en el interior de una de las dos piscinas inflables y armables que instaló el pasado domingo, en el exterior de su casa, en la 18 y Maldonado. Con un vaso de limonada, él disfrutaba de los intensos rayos del sol en compañía de sus hijas, Damaris, de 4 años y Uzziel, de 1 año. Las pequeñas se zambullían en el agua con su tía Isabela Hidalgo.

Las dos piscinas, una mesa y una parrilla instaladas en la acera eran los utensilios que sirvieron para el baño y un asado preparado por Isabel, a quienes la conocen como Chabela.

Las bromas acompañaban mientras degustaban de chuleta y carne asada. “La pasamos en familia, todo bien, sin irnos a otro lado disfrutamos sanamente”, contaba Álex.

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Agregó que en otras ocasiones optan por cocinar platos típicos o cangrejos.

Así como ellos, decenas de familias, del sur y del suroeste de la ciudad, especialmente, aprovechan la época de calor para disfrutar del agua y el sol.

Transitando por la avenida Domingo Comín, en un sector del sur, los medidores de temperatura marcaban el pasado domingo 35 °C, el calor fue la excusa perfecta para que la familia Tigua decida mezclar su baño con juegos de carnaval.

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En plena avenida principal, John Jairo y Luis Tigua armaron su carpa y mesa junto a la piscina para compartir con más de 20 familiares.

Desde un parlante se escuchaba: “¡Oye men, no le pegue a la negra!”, en la voz del salsero Joe Arroyo. La reunión se asemejaba a una fiesta. Los buses de la Metrovía se detenían dejando pasajeros en la estación, mientras John Jairo jugueteaba con agua junto a su esposa.

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Los Tigua aprovecharon un pavo entero que les sobró de las fiestas navideñas para comerlo durante esa tarde.

“Estaba guardado y ya había que darle de baja”, contaba John Tigua.

Así también, el reggaetón y las bebidas de moderación amenizaron las conversaciones en otros sectores que se organizaron entre amistades.

Uno de esos, era el grupo de Carlos Góngora. Junto con Alejandra Álvarez, Marcos Ruiz y Stephanie Ozaeta armaron de imprevisto la piscina en la esquina de Cuenca y la 12.

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“Así, de un rato a otro, de locos la pusimos”, decía entre risas Alejandra Álvarez, amiga de Carlos Góngora, quien hace dos años decidió comprar la piscina inflable en la Bahía.

Ellos disfrutaban de una charla amena sobre los planes para el próximo feriado de carnaval, a mediados de febrero.

“Estamos planificando hacer algo aquí mismo; una parrillada podría ser”, contaba Alejandra, en medio del sonoro reggaetón que salía de un parlante ubicado al pie de la piscina inflable.

Así transcurría la tarde del domingo en distintos sectores del sur y suroeste de la ciudad. Algunos padres de familia jugueteaban con sus hijos, otros los cuidaban.

Cerca de las 18:00, la mayoría de hogares sacaban el agua y desinflaban las piscinas, pero aún quedan muchos fines de semana por disfrutar.

Estos dos sectores se caracterizan porque esta práctica es masiva. En ocasiones hasta cierran calles para colocar sus piscinas o jugar índor. Eso, en cambio, origina reclamos de parte de los conductores. (I)

A lo menos ahorita, como está el calor, siempre lo hacemos. Es un sano esparcimiento, cada uno trae arroz o algo. Hoy compartimos un pavo que sobró de Navidad”.Luis Tigua, morador del sur.

Apuntes
esparcimiento

En otras zonas
La colocación de piscinas inflables en las aceras se da especialmente de enero a mayo. En otras zonas de la ciudad, la práctica es esporádica; algunos lo hacen en sus patios.

Costo
En promedio, las piscinas gigantes se cotizan entre los $ 40 y $ 180, en la Bahía.