El solsticio de invierno, conocido como Capac Raymi, no se celebró con mucha intensidad en Imbabura; en Otavalo hubo un foro, mientras que en Ibarra se reunieron miembros de diferentes comunidades para preparar y compartir los alimentos que da la Pacha Mama (Madre Tierra).

El 21 de diciembre, fecha en que germina el maíz, los indígenas celebran un nuevo año. César Muenala, del pueblo Imbaya, destacó que es el día en que las guarmis (mujeres) y los caris (hombres) que han pasado la pubertad deben formar parte del pueblo que cultiva la tierra, para demostrar sus habilidades y llegar a ser los futuros líderes.

"Se les corta un poco de cabello y se les presenta ante los indígenas asistentes a los nuevos Caris y Guarmis que dejan la pubertad. Ellos son de edades entre 15 y 20 años", explicó Muenala.

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El lugar en donde se reunieron los pueblos Caranquis, Imbayas, Natabuelas y habitantes de Angochagua y La Esperanza fue el barrio de Yacucalle, en el centro de Ibarra, en donde antiguamente existían vertientes de agua.

Ahora, encontraron que el agua de las vertientes y de una acequia que había, fue entubada, y que el terreno en el que las autoridades municipales tienen previsto construir un parque, se ha convertido en un basurero. Por eso, llegaron desde muy temprano para limpiar la basura y adecuar un espacio cerca de la única vertiente que existe, para realizar su ritual.

Tradiciones

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Desde una camioneta bajaron piedras que habían cargado desde el volcán Imbabura, las calentaron en una hoguera mientras los hombres hacían un hueco en forma de olla, las mujeres preparaban papas, choclo habas, frejol, col, plátano y carne para realizar la Pacha Manca (cocción de alimentos con piedras debajo de la tierra).

"Caldeamos las piedras volcánicas, hacemos la ollita de tierra para que la Madre Tierra cocine al vapor los alimentos y podamos aprovechar todos los nutrientes", dijo Rosa Sandoval, del pueblo Caranqui.

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Según la tradición, una vez cubiertos los alimentos se debe bailar y zapatear sobre la olla de tierra, aproximadamente dos horas, hasta que salga el vapor, lo que indica que la Pacha Manca está lista.

Este año no asistieron los Caris y Guarmis que pasaron la pubertad. "No queremos que se pierdan nuestras costumbres, queremos incentivar a nuestros jóvenes los trabajos agrícolas para revivir la relación con la naturaleza en los cerros, vertientes de agua y cascadas, que son sagrados, así como la tierra donde cultivamos alimentos para comer. Aquí las autoridades ya han destruido el 'ojo de agua'", dijo César Muenala.

Según los líderes de estos pueblos, no solo la destrucción de los lugares sagrados es lo que ha permitido la desaparición de las fiestas andinas, sino la migración de los indígenas a las grandes ciudades, que para formar parte de la sociedad han dejado de utilizar sus vestimentas tradicionales y han cortado su cabellera. (I)