Con el techo destruido y el piso lleno de escombros quedó la estructura de la iglesia central de la parroquia San Cristóbal, en Azuay. Sin embargo, pese a estos daños, las imágenes religiosas de los altares instalados en las naves laterales del templo quedaron intactas.

Fueron más de cuatro horas de fuego por un incendio que se inició a las 17:30 del pasado miércoles, presuntamente a causa de un cortocircuito en las instalaciones eléctricas.

Lo que sí se destruyó completamente fue el mobiliario y las pertenencias de lo que se hallaba dentro del convento aledaño a la iglesia, ubicado en una casa adjunta.

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La iglesia registra más de 100 años de antigüedad y forma parte del inventario del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC). Tuvo varias intervenciones arquitectónicas que cambiaron su diseño original y los materiales.

“La misma cubierta tuvo una intervención hace 20 años y la base de carrizo (tipo de caña) se reemplazó por asbesto, por eso es que ahora se observa que las tejas cuelgan, al estar atadas”, dijo Mónica Quezada, directora del INPC, Regional 6.

La torre central, que tiene una base de piedra y de ladrillo, se terminó de construir hace 50 años y parte de las paredes del templo, que son de adobe, fueron recubiertas con cemento, detalló la funcionaria; pero estas intervenciones no le quitan el valor patrimonial, ya que todavía hay parte de la infraestructura de la capilla original.

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Además, según Quezada, la identificación de la población con los ritos y actos religiosos es parte de su cultura y todo esto constituye la investigación que permitió darle el valor patrimonial que mantiene.

Samuel Gómez, de 80 años, fue el primer sacristán del templo una vez que este fue reconstruido, cuando él tenía 12 años de edad. A los 20 años se convirtió en síndico y esta labor la cumplió por 50 años.

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“Yo terminé de construir la torre de la fachada y coloqué las puertas que son de madera de laurel”, indicó Gómez, quien junto a Rosendo Guapasaca, otro morador, recordaron que las piedras y madera de roble con que se crearon las columnas del templo se traían de cerros aledaños a San Cristóbal.

“Con las yuntas de los vecinos se acarreaba el material por caminos de herradura”, evocó Guapasaca. Ellos y otros vecinos retiraron ayer los escombros y con mingas esperan reconstruir el templo. Donarán la madera, pero otros materiales les resultan caros, por lo que requieren aportes de entidades.

Quezada dijo que se presentará un proyecto al Ministerio de Cultura.

Cuatro hermanas de la Caridad, Dominicas de la Presentación, perdieron sus pertenencias personales y enseres, además de archivos religiosos. Residen en casas de vecinos. (I)

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