Con caminar pausado y voz firme, Eleodoro Cascante recorre a diario las instalaciones de la escuela particular Euclides Cascante, fundada por él en 1977, en calle Octava Oeste en Kennedy Nueva, en donde se mantiene hasta ahora y se educan 187 niños.

Haciendo eco de su organizada personalidad, empieza la plática definiendo claramente los cuatro puntos más importantes en su vida: su esposa, el deporte, la pintura y ser educador. Y es precisamente este oficio al que ha dedicado 64 de sus 84 años de vida.

Mientras estudió en el colegio Vicente Rocafuerte se dedicó activamente al atletismo. “Rompí una marca intercolegial en salto alto con 1,67 m, también practicaba saltos triples, largos y velocidad”.

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Luego de graduarse, y tras la propuesta del Dr. Abelardo García, director del Instituto Abdón Calderón (IPAC), entró a trabajar a los 20 años como profesor de preparatoria. “Antes, con el título de bachiller uno podía dar clases, yo empecé enseñando a leer a los niños chiquitos”, expresa. Recuerda al expresidente Jamil Mahuad como uno de sus alumnos en cuarto grado. “Era un niño muy aplicado”, dice. Ahí trabajó durante 27 años.

En la universidad estudió Jurisprudencia solo hasta segundo año, esta decisión, que ahora considera fue la mejor, se dio debido a la falta de tiempo, pues además de ser profesor en el IPAC, daba clases particulares.

En su época de universitario destaca haber sido seleccionado en atletismo del Guayas y haber formado parte de la plantilla de la Liga Deportiva Universitaria, además de jugar en equipos como el Montevideo, de su barrio en Aguirre y Santa Elena; el Atlético Colón, del sector de la Plaza Colón, y el Patria Sporting Club. “Hasta cuando tuve más o menos 60 años nos reuníamos con mis amigos del Vicente Rocafuerte para jugar”.

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Motivado por su padre y esposa, decidió abrir su propia escuela. Dice que su esposa, Betty Ontaneda, es el pilar de su vida. De manera espontánea, nos da a conocer un hecho importante: “Hoy es un día feliz para mí y para la familia porque cumplimos 49 años de matrimonio, con una mujer maravillosa”, confiesa. Con ella tiene un hijo, Luis Enrique Cascante, quien hace tres años tomó la batuta de la escuela, ella en cambio, está a cargo de la atención a los padres de familia en la Dirección.

Mediante préstamo al banco y colaboración de su madre, relata que reunieron 360.000 sucres para levantar la escuela que empezó bajo el nombre de Jardín Particular Abdón Calderón, con 420 niños. Pero después, al cambiarlo a escuela, debió modificar el nombre. “Me dijeron que otra institución ya se llamaba Abdón Calderón y que pensara rápidamente en otro de algún fallecido y el nombre de mi padre Euclides fue lo que se me ocurrió”.

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Eleodoro recuerda aquellos métodos antiguos para enseñar, que implementó en su escuela hace más de tres décadas, y que aún se continúan aplicando, uno de ellos es un adaptador para lápices jumbo y crayones, hecho con un tubo plástico y dos dedales uno a cada lado, donde los niños de 3 y 4 años, colocan el pulgar e índice, esto según explica para que aprendan a sujetar correctamente el lápiz al escribir.

“Esto no lo usan en ningún lado, es un aparatito sencillo que sirve”.

Sobre la metodología aplicada en estudio y disciplina, rememora aquellos días cuando eran los padres de familia quienes autorizaban a los maestros a castigar a los niños ante una indisciplina, sonríe al decir que ahora eso ya no se puede y que los tiempos cambian.

“Antes, en el Vicente Rocafuerte nos decían: ‘Dile a tu papá que traiga un fuete’ y ahí, delante del papá, nos castigaban”, recuerda. Está convencido de que para trabajar con niños pequeños, lo principal es conocerlos. “Hay que saber cuál es su situación, si tiene buena o mala memoria visual y auditiva y según eso ver cómo se lo puede ayudar para que aprenda a leer y a escribir”.

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También recuerda que a los 8 o 9 años pedía permiso a sus padres para trabajar alrededor del Mercado Central junto con sus hermanos y amigos, que posteriormente fueron profesionales. También rememora que les vendía los trabajos de dibujo y pintura a sus compañeros de escuela en 15 ctvs de sucre. “Yo trabajé en todo, fui un niño vendedor de la calle y todo el dinero se lo daba a mi mamá, eran otros tiempos”. (I)

Dicen de él Es un gran hombre, una gran persona, muy emprendedor, hemos sabido salir adelante y seguiremos adelante juntos, hasta que Dios nos tenga con vida”.Betty Ontaneda Esposa